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DIONISIO CASTILLO CABALLERO 107 En la concepción bonaven tu riana no se trata p rop iam en te de p ru e b a s o demostraciones racionales de la existencia de Dios. E l h om b re todo v iv e ya en una situación de p resencia trascenden te divina; sin ésta no se hace posible su comprensión y su misma existencia. Pero esta situación p rerre flex iva ex ige hacerse cons­ c ien te en el hombre. Tom a r conciencia de esta situación humana existencial que fundam en ta al hombre en su ser y en su obrar, es ya rea liza r la posib ilidad connnatural humana de un saber válido sobre Dios. Las razones aducidas por el Seo. Doctor, en la línea de la trad ición , para p roba r la existencia de Dios, se consideran más co ­ mo e je r c ic io s o a d ie s tram ie n to s in te le c tu a le s , que como p ru e b a s que engend ran e v id e n c ia 50. Supuesta la concepción pa rticu la r bonaven tu riana de la crea- tura en relación a Dios, postulada, a su vez, por su consideración de la trascendenc ia divina, se com p rende pe rfec tam en te por qué el ve rdade ro p rob lem a que p reocupa al Seo. Docto r no es tanto el de la posib ilidad de un saber humano de D ios — y de su co rrespon ­ d ien te p resencia noética al hombre— , cuanto la posib ilidad de la negación humana de la realidad divina; el tem a de la p o s ib ilid a d m ism a d e l a te ísm o 57. 56. “Unde huiusmodi ratiocinationes potius sunt exercitationes in - tellectus, quam rationes dantes evidentiam et manifestantes ipsum ve- rum probatum” ( Myst. Trinit., q.l, a.l ad 12: V, 51a). Esta dialéctica par­ ticular de desvelar la trascendencia de Dios en la inmanencia al hombre es la que constituye el nervio de toda auténtica ascensión humana hacia Dios y da a las llamadas pruebas de la existencia del mismo un carácter único. No se trata de pasar de lo conocido a lo desconocido —en tal ca ­ so seguiria vigente la insoluble dificultad contra todo conato humano de probar a Dios— , sino de tomar conciencia de la presencia de la Trascen­ dencia al espíritu humano. El problema de Dios y la posibilidad de res­ puesta humana supone, anteriormente, un encuentro, aún no conscien­ te. con El. “ Découvrir la trascendancé au coeur de l’expérience, escri­ be I. Deféver, vollá ce qui est le propre de la preuve de l’existence, de Dieu” (La preuve transcendante de Dieu, en Rev. Phil. Louv. 51 (1953) 540). Cfr. J. P erdo n o G a r c ía , La dialéctica del conocimiento de Dios: in­ manencia y trascendencia, en Congreso Internacional de Filosofía, 4-10 octubre 1948, Actas III, Madrid 1949, pp. 433-456. 57. El problema del ateísmo viene abordado por S. Buenaventura principalmente en dos textos paralelos que tratan de la indubitabilidad de la existencia de Dios por parte del hombre (I Sent., d.8, p.l, a.l, q. 2: I, 153a-155b; Myst. Trinit., q.l, a .l: V, 45a-51b). Sería anacrónico pre­ tender encontrar en ellos un estudio del mismo que respondiese a las dimensiones particulares que ha adquirido en el pensamiento contempo­ ráneo. Dejando para otros estudios el análisis más detenido de dicha problemática en los escritos bonaventurianos, pretendemos únicamente

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