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DIONISIO CASTILLO CABALLERO 499 C reemos que desde esta ó p tica debe in te rp re ta rse su a firm a ción sob re la ca rencia de s im p lic id a d esencia l de toda crea tu ra , p o r muy noble que sea. En este punto subyace, p rin c ip a l y p rim a ria mente, el tema de la tra scenden cia de Dios. No se tra ta , pues, ni de un tema p rim a riam en te an tro po ló g ico , ni cosm o lóg ico -m e ta físico , sino de un modo especial de pensa r y s e n tir sob re Dios, cuya so lución es exig ida desde la teo log ía natu ra!. C reemos que sólo en esta o rien ta c ión puede situa rse una au tén tic a in te rp re ta c ió n del pensam iento bonaven turiano. Podrá, después, d is cu tirse sob re la le g itim id ad de la p resen tación de este modo de sen tir sob re la trascendencia de D ios como únicam en te válido en una teo log ía natu ral bien estructu rada . Pero habrem os log rado, al menos, s itu a r su pensam ien to en una au tén tica línea de in te rp re ta ción , tan o lvidada en los estud ios bonaven tu rianos del Ser subsistente y que se observa a través de todos sus escritos. Así, en su Comentario al primer libro de las Sentencias , afirma la composi ción de partes esenciales en todo ser creado, en razón de su creaturali- dad ( / Sent., d.8, p.2, a. un., q.2: I, 167a-169b); trata de ello ex profeso en relación a los ángeles y al alma humana en su Comentario ai segun do libro de las Sentencias ( / / Sent., d.3, p.l, a .l„ q.l: II, 89a-91b y d. 17, a.l, q.2: II, 413a-416b. Y en su última obra insiste en lo mismo (Hex- aem., coll. 2, nn. 24.25: V, 340a-b; coll. 4, nn. 10.12: V, 350b-351a). No en tra en el propósito de nuestro estudio analizar más concretamente este tema, vgr., origen histórico de tal doctrina, que no es creación bonaven- turiana y que caracterizó, si exceptuamos a Juan de la Rochelle, a toda la Escuela franciscana. Cfr. Scholion de los Padres Editores de Quarac- chi, II, 92a-94b.; R. Palhoriés, Saint Bonaventure, París 1913, pp. 105- 140. Sobre su germen boeciano y vicisitudes históricas en su interpreta ción posterior, pueden consultarse las atinadas y profundas páginas que J. Gómez-Caffarena le dedica en su libro Ser participado y Ser Subsis tente en la Metafísica de Enrique de Gante, Roma 1958, pp. 65ss. Para con trastar esta doctrina con la de Sto. Tomás, cfr. P.F- Tinivellü, De imvossi- bili sapientiae adeptione in philosophia paaana iuxta “Collationes in Hex- aemeron” S. Bonaventurae, en Antón. 11 (1936) 154-157. 80. Así, entre otros, P. Robert, en su libro Hylemorphisme et devenir chez S. Bonaventure, Montréal 1936, p. 143, presenta la tesis de que el hilemorfismo universal bonaventuriano es consecuencia necesaria del devenir esencial de la creatura; interpretación aceptada también por Corrado da Alatri en L’essenza dell’essere come amore in S. Bonaven- tura, en Collect. Franc. 34 (1964) 364-348. Para G. Fraile obedece a su concepto de materia ( op.cit., p. 772). Creemos que la tesis Robert-Alatri no resiste a un fino análisis de los textos bonaventurianos. Basta recor dar que, no obstante presentar P. Lombardo la razón de la mutabilidad de la creatura como motivo de la composición de ésta, ( / Sent., d.8, c.4: QR I, 147b-148), en el Comentario de S Buenaventura a dicha cuestión (I, 164a-174b) no aparece dicha motivación. Igualmente en los textos que venimos examinando en relación a este tema. Aunque S. Buenaventura lleve la postura aristotélica hasta sus últimas consecuencias, la última motivación no es de rango aristotélico... Por lo que respecta a la Inter
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