PS_NyG_1973v020n003p0401_0566

DIONISIO CASTILLO CABALLERO 548 Se tra ta , más bien, de una in te rp re ta c ió n de las re laciones ve r­ tica le s, de exp resión , entre fin ito e In fin ito, p resentada desde una d ia lé c tic a de la p a rtic ip a c ió n . D ichas re laciones no vienen in te rp re tada s med ian te ca tego rías de causa lidad e ficien te , sino, p rin cipa lm en te , mediante ca tego rías de causa lidad fo rm a l-e jem p la r, en co rresponden cia a la tra ye c to ria p la tón ico -agu stin iana de su pensam iento. En estas catego rías, las ¡deas e jem p la re s desempeñan una func ión m ed iado ra trascenden ta l, haciendo de e llas la con side ra ­ ción p rop ia del ve rdade ro m e ta fisico . Sobre e llas d is in tie ron los fi­ lóso fos y su negación sign ifica , en el sen tir de S. Buenaventura, la degene ración 119. Con todo e llo p re tende pone r de re lieve una p reocupación constante: la tra scenden cia d ivina (su abso lu ta independencia y la rad ica l dependencia de la crea tu ra respecto de D ios). Por este motivo, toda ve rdad, o n to lò g ica y gnoseo lóg icam en te noètica. Puesto que ha hecho de Dios el objeto fundamentalmente pri­ mario de su consideración metafísica de la realidad, el estudio de las restantes realidades lo efectuará desde arriba. Nuestra metafísica —y en consecuencia nuestra noètica— cuanto más participe, imite el modo de ser y de actuar divino, tanto más perfecta será. Aparece de esta forma el dominio de la metafísica sobre la psicologia y la noètica: “ ...réduire, ou presque, sa signification à la seule théorie de l’illumination, c’est en méconnaître la véritable portée” (J.M. Bissen, op. cit., p.5); ’ y la ilu­ minación como parte integrante de la teoría de la participación (cfr. C. Berube, Philosophie et sagesse, pp. 297-298. Para mayor profundización en esto, cfr. J. M. Bissen, op. cit., pp. 245- 271 (significación histórica del ejemplarismo intelectual de S. Buenaven­ tura); N. Picard, Gnoseologia bonaventuriana'i, en Anton. 18 (1943) 217- 244 ; E. Gilson, op. cit., pp. 274-324 ; F. G. Sanchez-Marin, La razón del en­ tender según San Buenaventura, en Verd. Vida 11 (1953) 213-226; G. Scheltens, Una metafisica de la verdad tS. Buenaventura], en Verd. Vi­ da 18 (1960) 233-382. Para el tema del ejemplarismo moral, cfr. J.M. Bi­ ssen, op. cit., pp. 272-289; E. Gilson, op. cit., pp. 325-346; M. Oromi, op. cit., pp. 114-134. 119. Para la interpretación de las relaciones ejemplares entre Dios y la creatura en el orden de la causalidad formai, cfr. Tract, transe., a.l, q.l ad 3.4: Ed. Halcour, p. 66; Ibid., a.2, q.2 c: p. 94. Sobre el valor trascendental que las ideas ejemplares adquieren en su pensamiento sobre la sabiduría cristiana, cfr. Scient. Chr., q.4 ad 19: V, 26a; q.5 c: V, 29b-30a; Christus mag., n.18: V, 572a; Hexaem., coll. 1, n. 13: V, 331b, etc. Según la distinta actitud frente a ellas calificará a’ los pensadores entre los scientes o sapientes, cuyos máximos representantes, respectivamente, son Aristóteles y Platón; cfr. II Sent., d.l, p.l, a.l, q.l, ad 3 et 4: II, 17b; Hexaem. coll. 6, n. 2: V, 360b-361a. Sobre el significado de la negación de dichas ideas, cfr. Hexaem., coll. 5, n. 21 : V, 357a ; Donis, coll.8, n.16: V,497b, en donde se pronuncia con una fuerte dureza contra sus negadores.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz