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DIONISIO CASTILLO CABALLERO 519 xim a im po rta n c ia su concepción sob re el saber m e ta físico plena mente reductivo , que, si bien enlaza con su concepción de la rea lidad , está p resupon iendo tam b ién un concep to ve rdaderam ente trascenden te de Dios. Hemos vis to el puesto que ocupa d icho concep to de D ios en su m a ta física y la a c titu d au tén ticam en te humana de piedad a El debida . Asim ismo, hemos acen tuado la an títesis presen tada en es ta ob ra en tre el se r de D ios y el de toda crea tu ra y, p a rticu la rm en te, el s ig n ifica d o especia l que adqu ie re en orden a la tra scenden cia d ivina su fó rm u la del “ ens ex se, secundum se et p ro p te r se ” Está p resupon iendo la con side ra ción de la rea lidad d ivina des de su más abso lu ta trascendencia , en razón de la ún ica trifo rm e causa lidad a p lic a b le a D io s 4“, y cuya negación, al menos pa rcia l, ha s ig n ifica d o la máxima degene ración de la m e ta física y la causa de los e rro res que tra ta de desenm ascara r en sus C on fe ren cia s s o b re e l H exaém eron Hemos ana lizado ráp idam en te la re lación existen te en tre su con cepc ión m e ta física y la trascendencia d ivina en sus escritos. Desde esta o rien ta c ión puede queda r tamb ién s a tis fa c to ria mente e xp licada y ju s tific a d a la in sis ten cia bonaven tu riana en la tra scenden c ia divina . El p roceso m e ta físico plenamente reductivo 39. Esta fórmula viene expresada distintamente en otros textos de las mismas Conferencias sobre el Hexaémeron. Así en la coll.4: “ ex ip- so, per ipsum et in ipso” ( Hexaem ., coll.4, n.3: V, 349b); y en la coll.5: “ a se, secundum se et propter se” , oponiéndola al “ ab alio, secundum aliud et propter aliud” (.Ibid., coll.5, n.29: V, 359a). 40. “ ...Deus enim habet rationem triformis causae: originantls, exemplantis, flnientis, nec potest esse pluribus modis...” ( Ibid ., coll.16, n.9: V, 404b); cfr. Ibid., coll.6, n .l: V, 360b. 41. Ibid,. coll.5, n.21: V, 357a. S. Buenaventura enuncia los princi pales errores y cree que la causa última de los mismos radica en el olvi do de la causalidad ejemplar: Ibid., coll.6, nn.2-5: V, 360b-361b; coll.7, nn.1.2: V, 365a-b. En el resto de sus escritos el tema que venimos exa minando ocupa también un puesto fundamental. A él alude constante mente y en la dirección que hemos anotado. Como prueba, y siguiendo el orden seguido en nuestro trabajo, bastan algunos ejemplos en rela ción a la fórmula empleada, a su triple causalidad y a su obrar divino. 1.- Emplea la fórmula, si bien en algunas ocasiones modificada: cfr. Perf. evang., q.4, a.l ad 9: V, 183a; De stmo. Corp. Chr., n.31: V, 563a; Comm. Le.: c.17, n.20: VII, 432b; Solil., prol., n .l: VTII, 29b; Sermo de Trinit .: IX, 352a; Annunt. B.V. Mariae, sermo 3: IX, 668b; 2.- Bajo la razón de triple causalidad: Scient. Chr., q.2, f.8: V,7a; Red. art., n.4: V, 320a; Decem praec., coll.2, n.4: V, 511b. 3. En su obrar: Regno Dei, n. 43: V, 55!b-252a; Comm. Le., n.34: VII, 436b.
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