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324 ANOTACIONES SOBRE EL METODO TRASCENDENTAL EN. es, pues, algo inm ediatamen te cognoscible por los sentidos. Santo Tomás emplea, sin embargo, no la palabra “ trascenden tal” sino el término “ trascendente” . Pero no sólo se trata de algo que va m ás allá de las posibilidades del conocim iento sensitivo, sino que imp lí­ citamente se sabe ya en otros seres, en cuan to del conocim iento de ellos podría hacerse una deducción de aquello que decimos trascien ­ de a los seres inm ediatamen te conocidos*, porque se trata de la m isma cosa, aunque bajo otro aspecto: omne ens, in quantum est ens, est b o n um 5. Ahora bien, puede decirse de todas las cosas que aprehendemos, al menos implícitamen te, que son s e r e s6. Y si tene­ mos en cuenta que Dios es el último fondo de todas las cosas, sin la cual explicación el ser de éstas carecería de todo sen tid o T, pode­ m os afirmar sin lugar a dudas que en el conocim iento de las cosas que existen en el mundo se da un conocim iento implícito del ú lti­ mo fundam en to de los seres, es decir, de lo que llam am os Dios. A este conocim iento de Dios le podemos llam ar conocim iento trascen ­ dental. Y la característica de este conocim iento trascendental es que se da incluso sin una conciencia expresa del m ismo, pero está ahí y viene exigido por la necesidad m eta física de buscar el último fundam en to de los seres, cuando éstos los afirmamos en nues­ tros actos ordinarios de conocim iento intelectual. Si se resume es­ ta posición, podríamos decir que el punto de partida para adm itir el último fondo de las cosas ha sido el su jeto cognoscente, que al aprehender los seres o incluso las apariencias de los seres, implíci­ tam en te, para poder adm itirlos, ha tenido que recurrir a un último fondo de ellos, que sea distinto a su vez de los seres aprehendidos, y esto no sólo cuan titativam ente, sino, además, cualitativamente, pues si está tan poco fundam en tado como ellos, no podrá ser ese fondo último que por necesidad m etafísica tenemos que afirmar. Es decir, del sujeto cognoscente podemos pasar al absoluto, conocido imp lícitam en te en cada uno de los seres particulares. Cuando el hombre explícitamente afirma eso que ya conoce de modo implíci­ to, está diciendo con ello que cree en Dios. Dios se convierte así en objeto propio de la reflexión humana. Esta vinculación de Dios a un su jeto cognoscente es lo que da 4. Quaestiones disputatae de veritate, q. 1, a. 1, q. 21, a. 1. 5. I, q. 5, a. 3 (respondeo dicendum). 6 . I-II, q. 94, a. 2 (respondeo dicendum): ens est primum quod ca- dit in apprehensione simpliciter. 7. K . R a h n e r , ¿Es la ciencia una confesión ?, en Escritosde teología III, (Madrid 1968) p. 427-431.

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