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ISIDRO ARIAS 307 — el punto principal de fricción entre fariseos y saduceos era, s’ n embargo, lo relativo al ofrecim iento del incienso ante el Santísimo. Los térm inos concretos de la polémica son sencillos: según los fariseos, el Sumo Sacerdote debía echar el incienso sobre las brasas del incensario sólo una vez pasada la cortina que sepa­ r a ta al Santísim o del res;o del templo. Según los saduceos, esta operación debía realizarla el Sumo Sacerdote antes de pasar la cortina (Mishnah Yoma 5 ,1; ed. Bonsirven 903) 21. 2.2. Aparen tem en te se trataba, pues, de una discusión sobre el lugar adecuado para poner el incienso en el incensario. Pero es­ ta simplicidad aparente no debe engañarnos. La insistencia con que unos y otros defienden la propia posición no se debió sólo al hecho de tratarse de una ceremonia que durante el año litúrgico se celebraba una sola vez. Inm ed ia tam en te, la divergencia surgía de una diversa interpretación de Lev 16. Los fariseos se basaban en el orden de los vv. 12 (orden de tom ar el incensario y el incienso) y 13 (orden de poner el incienso sobre las brasas). Versos consecu­ tivos prescriben acciones consecutivas. Los saduceos consideraban una fa lta de respeto el echar el incienso sobre las brasas en presen­ cia de Yahw eh (Sifra Ahare III, 11; Yoma 39ab). L iteralm ente se apoyaban en el versículo 2 (Yoma 53a). 2.3. Si la interpretación farisea era gram aticalm en te acepta­ ble, la saducea ten ía la ven taja de corresponder a la práctica tradi­ cional. Las razones saduceas muestran, ya a primera vista, preocu­ paciones teológicas. Y , como ha demostrado hace años Jacob Z. L au te rb a ch 8, la insistencia con que los fariseos defienden y por fin imponen la práctica innovadora se debe igualmente a preocupacio­ nes dogmáticas de fondo. La divergencia teológica versaba sobre el modo diverso de concebir la presencia de Dios en el templo. Los saduceos creían en una presencia continua, personal o mediante una especie de representación visible. Por eso,, al Sumo Sacerdote le era necesario entrar rodeado de la nube protectora del incienso, que lo defendiese de la terrible presencia de Dios. Los fariseos ne­ gaban tal presencia especial de Dios en el templo e insistían en la 21. P a r a f o r t a le c e r la p o s ic ió n fa r is e a , e l T a lm u d B a b iló n ic o ( F o ­ rrea 53a) s u p rim e p a rte de la s ra z o n e s d e lo s sa d u ce o s. O t a l v e z h a y a que s o s p e c h a r q u e e ste T a lm u d n o c o m p re n d ió y a e l a lc a n c e re a l, e l t r a n s ­ fo n d o d e la d is p u ta . 22. A Significant Con troversy b etw een the Sadducees and the Pha­ risees, “ H uca ” 4 (1927) 173-205.

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