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266 PROBLEMATICA TEOLOGICA EN TORNO AL BAUTISMO. propio bautismo, equivale a la vivencia misteriosa del sentido de la predilección personal de Dios en Cristo-Jesús. Es la compren­ sión vital de que el Misterio Pascual del Hijo de Dios es el Misterio del Amor de Dios Padre por mí, y me hace comprender mi existen­ cia entera a su luz, a partir de la primera iniciación bautismal en el mismo. Por esto, y en cuanto humanamente podemos hablar, el hecho de pertenecer a Dios por el sello bautismal desde la tierna infancia, es apreciado por la fe como signo de predilección divina, como el hecho de conocer a Cristo a través del Evangelio, o el he­ cho de participar en su Cuerpo y en su Sangre. Bien es verdad que tal predilección entraña una mayor responsabilidad, y que su mis­ ma grandeza puede encontrar en nosotros más resistencia que acep ­ tación, pero el comprobar nuestro apego a un paganismo libre de las trabas del Amor y nuestra dificultad en abrirnos de veras a la voluntad de Dios en Cristo no es más que un signo de la seriedad del cristianismo y de la profundidad a la que de hecho pretende llegar. Dicho esto desde el punto de vista objetivo, añadamos, para respetar la verdad de las variadas situaciones humanas, que el gra­ do de conciencia del contenido del Evangelio es profundamente diverso y el eco del Mensaje es estrictamente personal, como lo es nuestro nombre en Dios. Por eso, no es lícito a nadie juzgar de la diversa postura que adopta frente a su bautismo, aunque los crite­ rios apuntados sean válidos en una confrontación objetiva de acti­ tudes. El encuentro del hombre con Dios en la persona de Cristo Je­ sús es siempre el encuentro definitivo con la propia verdad eterna y es por ello la suprema posibilidad de nuestra vida en cuanto en­ traña nuestra salvación o nuestra condenación. La ratificación defi­ nitiva del bautismo es sólo la muerte cristiana. Conclusiones Desde el punto de vista histórico, la praxis apostólica y post- apostólica del bautismo de los niños parece suficientemente ates­ tiguada. Las investigaciones del Prof. J. Jeremías sobre el particu­ lar permiten afirmarla prudentemente. Desde el punto de vista dogmático, con base, sobre todo, en los concilio de Florencia y de Trento, debemos admitir que el magis

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