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ALEJANDRO DE VILLALMONTE 227 usadas. Las m ismas ven ta jas se log ra rían en o rden a una exposi ción ke rigm á tica , pastoral, pedagóg ica del m e n s a je 10. Se le ve a Rahner muy p reocupado po r las ven ta jas de orden p rá c tico a lcanzab les po r el g iro an tro po cé n trico . Pero tam b ién es­ tá convencido de que su método lib ra ría a la teo log ía de las fo r­ mas m ito log izan tes o excesivam en te ab stractas en las que todavía se expresa tan tas veces, para a lcanza r, po r fin , una fo rm u la c ión cien ­ tífic a del más a lto nivel p o s ib le 11. 3. Sobre la ín d o le p ro p ia , e sp e c ifica de este “ g iro a n tropo ­ c é n tric o ” a lgo nos han suge rido ya las an te rio re s a firm ac ione s de Rahner. Pero será ind ispensab le a q u ila ta r más, según lo perm itan los textos. Muchos teó logos sienten actua lm en te la necesidad de una a n tropo log ía te o lóg ic a sis tem á ticam en te o rganizada , ya que los d i­ ve rsos enunciados te o ló g ic o s sob re el hom b re andan espa rcidos en d is tin to s tra tados, sin la deseable e s tru c tu ra c ión de con jun to . Sería ésta una a sp ira c ión m ínima de la actual tendencia an tro po ­ lóg ica . Se habla, tamb ién , con razón, de la necesidad de sub raya r la unive rsa l d imensión a n tro po ló g ica de los d is tin to s enunciados teo lóg icos , ya que la reve lación toda se hace para el homb re en orden a su sa lvación : todas las ve rdades reveladas lo son con es­ ta fin a lid a d de in s tru ir al hom b re en lo re fe ren te a su sa lvación . Con esto se habría dado un paso más; pero todavía nos queda ría ­ mos den tro de una o rie n ta c ió n a n tropo cén trica , meramente mate­ rial, de la te o lo g ía 12. El g iro a n tro p o cé n trico que ahora nos ocupa se re fie re al a s­ p e cto fo rm a l de todos los enunciados teo lóg icos . En este sen tido se ha de en tende r la a firm ac ión de Rahner de que todo lo o fre c id o po r la dogm á tica ha de se r estud iado tam b ién desde su ve rtien te trascenden ta l, desde las cond ic iones a p rio ri existen tes en el su­ je to para ca p ta r d icho ob je to . Frente a cada uno de los enuncia ­ dos dogm á ticos hay que pregun ta rse , en p rim e r té rm ino , en qué 10. K . R a h n e r, Cuestiones urgen tes...', p. 25-26, 33-36. M ysterium sa­ lláis, l. c. p. 459ss. 11. K . R a h n e r, Cuestiones u rgen tes..., p. 28-33. Mysterium salu- tis, l.c . p. 456ss. 12. A c e r c a d e e ste a s p e c to d e l te m a p u e d e n v e rs e la in d ic a c io n e s de M . F lic k - Z . A ls ze g h y , Antrovologia Teológica ( S a la m a n c a , ed. S íg u e ­ m e), p p . 17-24. N u m e ro s a s in d ic a c io n e s e n la o b r a D imensione antropo­ lógica della teología, c ita d a a n te s e n n o t. 3.

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