PS_NyG_1973v020n001p0135_0165

G. ZAMORA 141 ber, su progresiva recesión centrífuga de aquel ideal originario de unidad parece crecer con el factor tiempo, no sin recordarnos uno de los fenómenos m ás grandiosos descubiertos por la moderna cos­ mología, el de la incensante expansión del universo. Pero esa separación n'o se observa sólo entre ciencia y filosofía, s in o , al i n t e r io r d e la m is m a ciencia, entre sus varias ramas. En ge­ neral, el abismo se ensancha en proporción al puesto que el estudio d e la c a n t id a d o c u p a en cada u n a de ellas. Esto permitiría trazar un espectro de corrim iento entre los dos extremos, en lid, el de la física m atem ática, o ciencia de las cantidades mensurables y re - p e íib le s , y e l d e la filosofía, como saber de cualidades irreductibles a la can tidad : entre ellas median principalmente la biología, la es­ tética y las ciencias del hombre. Puesta a la cabeza del progreso científico como su saber pilo­ to, la física m a tem á tica no siempre ha ^abido acallar sus aspiracio­ nes a la hegemonía, negada justam ente por la filosofía, para la cual sem ejan te ordenación del saber equivaldría a someter las ciencias de la vida y del espíritu a las de la materia y la energía. Es cierto que la antinom ia no es de ayer, pues se rastrea ya en la primera evolución de la ciencia griega, al menos en el plano tendencial de un Platón geometrizante y un Aristóteles biologizante. Pero hoy el d i'tan ciam ien to se ha ensanchado tan to, que no se ve el modo de tender puentes. La dificu ltad surge al nivel muy reducido de los grupos de ciencias versantes sobre un m ismo objeto. Si se exam ina como un e jem ­ plo el de las disciplinas que estudian la “luz” , la física, la biología y la estética, se llega a la conclusión de que no hay modo de pasar a través de sus conceptos propios de una a otra, aunque puedan ayu ­ darse mu tuam en te a clarificar sus respectivos puntos de vista. Pero éstos no pueden reunirse en una sola definición coherente o concep­ to único de síntesis. Si de esa pequeña escala se traslada la cuestión a nivel de totalidad, los Obstáculos para obtener un conocim iento unificado, o una “ totalización de la verdad” , son insalvables. Es im ­ posible hov día una síntesis global de los conocim ientos humanos fiel a las exigencias de la lógica. A lo m ás que puede optarse es a una hipótesis de trabajo en esa dirección, que nO debería ponerse en j n acuerdo o convergencia estática, sino dinám icos: en el movim iento continuo de intercambio de inform ación y reflexiones entre ambos dominios, el de las cantidades espacio-temporales y el de las cuali

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz