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1 36 C IE N C IA S , FILO S O F IA , R E L IG IO N de ’con junto de conclusiones demostradas acerca de un objeto’, se pone de manifiesto, como un'o de sus rasgos esenciales, el carácter de conocim iento derivado y no inmediato, la evidencia y la unidad de objeto. Este bagaje de condiciones se presenta sintetizado desde K a n t bajo el térm ino de “ sistem a” . Para él, en efect'o, ciencia es to­ da doctrina que sea un sistema, O totalidad cognoscitiva ordenada a partir de, y según, unos principios. . Hasta comienzos del s. X I X se mantuvo vigente esa concepción de la ciencia, pero desde en ton ­ ces comenzó una lenta transformación, hasta desembocar hoy en una idea notablemente diversa, aun no cristalizada por completo. Bajo el nombre estricto de ciencia no se persigue ya “ un sistema de verdades categórico-deductivas” de excesivo alcance, sino más bien “ un sistema h ipotético-deductivo de enunciados de carácter proble- mático-c'ondicional” . El coeficiente “ hombre” cobra, además, im ­ portancia en la moderna idea de ciencia, y ello no sólo en las del espíritu, sino en toda?. Junto a esta nota de la subjetividad e in te r- subjetividad como rasgo inseparable del quehacer científico, emergen otras como las de la autonom ización, operacionalización y desmetafi- sización ,-con todas las cuales puede acuñarse el siguiente concepto: ciencia es un con jun to de proposiciones o enunciados, decidibles in ­ tersubjetivamente, acerca de un dominio específico de objetos. Lo pro- posicional priva sobre lo sistemático, lo hipotético sobre lo categórico, lo problemático sobre lo absolu to; y lo subjetivo se da las m anos con lo objetivo. En las leyes,y .estructuras de la ciencia pasa,asegundo ,p la ­ no su dignidad de eternas, invariables, y generales ( “la cientificidad n'o se basa en el carácter de generalidad de los enunciados” ). Tan po­ co revelante, para la condición de ciencia, como el postulado de lega­ lidades generales es el de la omn ím oda exactitud en las m ed id a s— lo cual echa por tierra la añeja tentación de la física de “ descalificar” a las demás ciencias. Esto no obstante, ella y las ciencias de la n a ­ turaleza en general, satisfacen plenamente y m e j o r aquellas exigen­ cias. Y a lío hay una disciplina con derecho a proclamarse a sí m is­ ma “la ciencia” , como tampoco es admisible la idea de una ciencia subordinante, con sus subordinadas (sea la física, o la teología). Tampoco es correcto hablar de una ciencia “ positivista, cristiana, marxista, etc.” , pues son éstos enfoques tarados de ideología, propios de una hermenéutica supeditada a una cosmovisión o metafísica de­ terminada. Los enunciados científicos han de ser fundam en tab les, es decir,

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