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14 6 C IE N C IA S , FILO S O F IA , R E L IG IO N ro si en su puesta en práctica: ya no hay dinosaurios. De donde ¿e deduce también la contigencia existencial. Los organismos individuales com ienzan Con la formación del ¿ 1 - goto, y en ese momento surge su respectivo plan vital. El cómo se de-conoce, y no podrá saberse con experimentos, pues se trata de una entidad inmaterial, metaempírica. ¿Por la sinergia de la m a te­ ria apta, los padres y Dios? Sea como sea, hay en ello una suerte de ley natural, según la cual siempre o.ue se dé un sustrato material dispuesto para la animación, se le incorpora su plan vital, con el concurso divino (necesario, pues se trata de producción de nuevo ser). Este factor principal dirige el Complejísimo plan que se inicia con la ontogénesis y perdura m ientras vive el individuo portador. En él debe radicar la transm isión de los caracteres primarios. La aparición de nuevas herencias biológicas será la ocasión de despegue para una nueva especie, la base de la evolución. Pero en los tiem ­ pos históricos no *e ha 'observado la surgencia de organismos con plan vital antes desconocido, sino sólo variaciones de los ya existen­ tes, o sea, microevolución. La muerte, como hecho biológico, sobreviene cuando tal fa c ­ tor ha term inado su cometido, o porque el sustrato material se le ha tornado inv iab le .8 4. Alcance y certeza de la evolución. El concepto de “ evolución” goza hoy del mayor prestigio tan to por su fructífera extensión a todo el universo, como porque respecto del hombre, explicando el pasado de su cuerpo, posibilita alguna previsión de su futui'o biológico. Pero ¿cuáles son, en reali­ dad, los verdaderos alcances y lím ites de ese concepto? Para Carlos Darwin entrañaba a la vez las ideas de origen común y modifica­ ción. En el congreso de Chicago de 1959, con motivo del centenario de la publicación del The Origin of Species. se la definió com'o “ un 8 . Johannes H a a s , Sein und Leben. Ontologie des organischen Le­ bens. (Karlsruhe: Badenia Verlag 1968). Se aplican certeramente los pre­ supuestos de una filosofía aristotélica retocada a los principales “hechcs ’ de la moderna biología.

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