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G. ZAMORA 14 5 legitimo, que la sOprepasa. El cam ino inicial para llegar a esa on ­ tologia de lo viviente es el de su fenom enología: de la descripción de su actividad y, en general, del modo cómo se manifiesta a nues­ tra experiencia ha de avanzarse en busca del sustrato potenciador de esa b io -fan ía . Se m an tienen como características exclusivas de los seres vivos el automovim iento, la especieidad, la finalidad, la propagación y la ’form a lidad ’, que los Convierte no en procesos, sino en edificios o sistemas dinám icos bien delimitados, construidos a base de órganos, tejidos, células, moléculas, átomos y subátomos. La célula es la sede propia de los procesos vitales y en su dim inuto espacio Ocurre el en ­ cuentro de materia y vida y el pasaje de lo inanimado a lo animado. En la ú ltima década se han realizado grandes progresos en su cono­ cim iento, con la ayuda, sobre todo, del microscopio electrónico. Dentro y fuera de los organismos, la materia y la energía son esencialmente homogéneas. Lo que las distingue en ambos campos no ha de ser, por tanto, algo m a teria l; es un orden u organización peculiar, de cuya acción sobre la materia provienen las propiedades mencionadas. Tal organización no surge por un salto dialéctico, ni por un cambio sustancial, sino en virtud de una mutación estructu­ ral. La función sigue a la estructura. La morfogénesis no permite atribuir a la materia inan im ada el papel de dirigirla, sino que pos­ tula la existencia de un factor superior y distinto de aquélla. El m o ­ nismo, materialista o vitalista es incapaz de explicar todo el fenó ­ meno vital. La aportación principal de ese segundo factor es la de un plan y el impulso de ejecu tarlo ; su dominio se extiende por de­ bajo de la autoconciencia. A l m ismo tiempo que agente estructurador del ser vivo, el plan vital produce las diferencias y sem ejanzas dentro de la sistemática, siendo su verdadero fundamen to. Merced a él pueden incluirse den ­ tro de una m isma fam ilia biológica todos sus miembros, como bajo un concepto genérico en sentido filosófico: por esa coincidencia con los “ universales” es la biología una ciencia, más que tíor el empleo en ella de las matemáticas. Esa “universalidad” de los planes vitales se refiere al aspecto gnoseològico y al ontològico. Su estatuto ón ti- co es sem ejan te al de los posibles: comO ellos, gozan, de inmutabi­ lidad e intemporalidad en su ser ideal, pero no en cuanto a su reali­ zación. Esta ambivalencia es la puerta de la evolución; por ejemplo, el plan vital de los dinosaurios, en el orden ideal no ha variado, pe­ 7

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