PS_NyG_1973v020n001p0123_0134

M . G ARCIA CABERO 131 te en mantener a raya los impu lso« reprimidos por medio de la prác­ tica. Si esta práctica no se lleva a cabo, aunque sea saltuariamente, lo reprimido amenaza romper sus barreras, Con la consiguiente a n ­ siedad para el sujeto. Lo que sostiene el psicoanálisis se puede reducir, en definitiva, a la demostración de que los rituales compulsivos son el resultado de intensos afectos que, en sí, no son evidentes para el sujeto y con los cuales se en fren ta, a espaldas suyas, en forma de ritual. Uno de los rituales compulsivos típicos es el del lavado, del que el sujeto necesita para hacer fren te a su sentim iento de culpa. Fue precisa­ mente el comportam iento “ ritualista” 'observado análogamente en los neuróticos y en los hombres religiosos el que llevó a Freud a de­ finir la religión como “ neuroñs obsesiva” 15. Yo no sé en qué medida pueden haber desaparecido ciertos ri­ tos en el comportam iento religioso de los hombres de hoy. Pero su­ pongo que no será difícil recordar algunos ritos y algunos compor­ tam ientos cuyo sentido no se descubría tan fácilm en te (se piense lo que sucedía — y a lo que más o menos obligatoriamente se tenía uno que someter— desde que Comenzaba a revestirse para la celebra­ ción de la m isa hasta que dejaba la sacristía, de^de un lavado inicial hasta uno final, sin olvidar pasos, genuflexiones, inclinaciones — pro­ fundas, medias, sencillas— , óscu los... Y esto en la m isa sin incien ­ so. Se piense en la cantidad de actos y gestos que podían servir pa ­ ra “Obtener” el perdón de los pecados veniales, en las posibles obras de misericordia, en las indulgencias — es decir, “ perdones” ... D e jan ­ do de lado su contenido irreverente, el libro de Peyrefitte, Las lla­ ves de S. Pedro, podría servir de examen de conciencia sobre el ri­ tualismo absurdo — ¿compulsivo?— que se había introducido en el comportam iento religioso de los cristianos. C iertamente no parece fuera de lugar el conocido apólogo del Zarathustra de Nietzsche de la figura del “ cam ello” cargado de deberes, aplicada al hombre reli­ gioso. Siguiendo en esta línea de ejemplos, dejo de Jado las m an e­ ras obsesivas de confesarse). El Dios al que puede referirse un comportam iento de esta clase no puede dejar de ser alguien al que se teme, alguien que se ha de 15. Cfr. Freud S., L os a ctos ob sesivos y las p rá ctica s religiosas, en P sicoanálisis aplicado, II, pp . 1048-1053.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz