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130 LA V IV IE N D A R E LIG IO S A FR E N TE A L P S IC O A N A L IS IS una de las p o ca ' cosas serias que se podía ser en este m und o ... y ser español y franciscano era la cumbre de la grandeza). Todo ello puede conducir a m an tener las form as in fan tiles de comportam ien ­ to, a no aceptar la dura realidad (para usar las palabras de Freud), a convertir a Dios en pretexto del que se sirve la omnipotencia del deseo en su búsquda absoluta de placer. Dios, frente a las fru s­ traciones de la vida, ha venido a ser una imagen omn ipotente idea­ lizada, basada en la función protectora desempeñada por los padres en la propia niñez. 6. B. Dios de la culpabilidad. En el psiquismo humano no se da solamente esa experiencia de deseos fa llid o '. Se puede dar también un choque de deseos, lo que se llam a conf.icto. Se trata de una experiencia de lucha interior en la que se experimenta la omnipotencia de unos deseos del sujeto a los que se oponen otros deseos también subjetivos, siempre a nivel inconsciente. Trataré de explicar brevemente en qué consiste este conflicto psíquico. El deseo omn ipotente quiere servirse de aquella instancia protectora suprema en su búsqueda de placer. Ta l instancia, llam ada Dios, es, como se sabe, una figura de la imagen in fan til del padre. Por ello se encuentra cargada de todas las ambivalencias que ence­ rraba la imagen paterna de la niñez. Su característica fundam en tal, en este caso, es la de constituir un Obstáculo para la satisfacción del sujeto. De aquí que éste la odie inconscientemente. Tal odio le hace sen tir'e culpable. El no sabe de qué, pero se siente culpable. Y ya tenemos al sujeto transido por ese conflcto que nace del odio a una imagen de la que se tiene necesidad, por otra parte, para satis­ facer los propios deseos. La situación así de-crita se ha llamado cul­ pabilidad psíquica. La solución del conflicto consistirá en ingen iár­ selas estratégicamente de manera que la instancia suprema denom i­ nada Dios pueda ser aplacada. La omnipotencia del deseo buscará defenderse de posibles castigos estableciendo un comportam iento re­ ligioso específico: el ritualismo. Sé muy bien que existe un ritual racional a través del cual nos unimos con los demás para expresar en comunión nuestra creencia compartida en determ inados valores. Pero, al lado de este ritual (a veces, dentro del mismo) se puede dar, y de hecho se da, otro ritual irracional de carácter típicamente compulsivo. Su finalidad consis

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