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LEO G A B R IE L 119 cfdo con las ciencias históricas y sociales, cuyo campo ha ensancha ­ do la filosofía proponiéndoles una problemática, o sugiriéndoles una"; soluciones, y vías heurísticas inéditas. Una de las adquisicio­ nes definitivas para la ciencia en ese sentido debería ser el tomar conciencia de su se r-p a ra -e l-h om b re , y de la consiguiente responsa­ bilidad. 5. Viraje existencial Por otra parte, sería tan sin sentido una filosofía al margen de la existencia hum ana, en el marco vacío de lo inexperienciable, co­ mo una ciencia al puro servicio de una dogm ática materialista, idealista, e incluso religiosa. El intento de derivar doctrinas filosó­ ficas, y no se diga artículos de fe religiosa, de las investigaciones científicas ha estado casi siempre condenado al fracaso. No cabe poner la ciencia natural al servicio de la filosofía o de la teología, como una potencia verificante y fundan te de sus asertos. Es una es­ peranza falaz, que se apoya en la indebida identificación de sus campos, y en la proyección, sobre un m ismo plano ideológico, de es­ feras muy distintas de sentido. Por lo que atañe a la ciencia y la filosofía, habría que dejar fu e ­ ra, para ello, la genuina diferencia de sus recintos y planos ca te - gorialés (esencialm en te universales en la segunda; esencialmente particulares y especializados en la primera) y trascurar la d iferen ­ cia sem án tica de sus respectivos lenguajes. Sobre esa diferencia es­ tructural de lenguaje y representación descansa precisamente la viabilidad de un todo, cuyas partes se integran pero no se identi­ fican, porque man tienen entre sí una autonom ía relativa, propia de la complementariedad. Y no se tiene en cuenta la posibilidad de traducir un lenguaje a otro según un determ inado procedimiento lógico-heurístico. Se igno­ ra la hermenéutica traslatoria y su método, que podría ayudar de­ cisivamente a ello, pero sólo dentro d el marco de una ló g ic a co r re s­ pondiente, como hemos tratado de demostrar en nuestros traba ­ jos sobre la Lógica integral. El pencar filosófico es de suyo concreto, totalizante y d inám ico : se mueve desde lo abstracto a lo concreto. El pensam iento científico, en cambio, es en sí m ismo abstracto, y está dirigido inductivam en ­ te a un aspecto parcial, necesariamente lim itado. Sin la correspon

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