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114 FILO S O F IA Y C IE N C IA N A TU R AL HOY apariencia dentro de la estructura de la fenomenalidad y, con ello, dentro de la m isma em p iria: esto condujo a la evolución de la cien ­ cia natural moderna. Al ladearse por completo el fundam en to del saber hacia el su­ jeto, surgió una estricta exigencia de objetividad, buscada precisa­ mente a través de la matemática. Se produjo entonces la moderna dicotom ía entre su jeto y objeto, el dualismo cartesiano que no ha sido superado válidamente, según opina Heisenberg, sino en la físi­ ca cuán tica ; por ejemplo, en la unidad inseparable del observador y lo observado. Es aquí donde se torna posible en nueva form a la problemática ontològica a partir de una realidad básica unitaria, como es el problema de la ú ltima unidad fundam en tal de esa rea ­ lidad. D icha problemática penetra así en la ciencia natural, haciendo saltar en pedazos el concepto positivista de ciencia, que excluye esa pregunta basilar. De este modo recobra aprecio y comprensión, den ­ tro del conocim iento científico de la naturaleza, el pensam iento o n ­ tològico. La m isma impresión dejan los trabajos críticos del matemático de Marburgo Kurt Reidemeister, que subraya como legítim a la cues­ tión de la esencia en la ciencia natural, frente a la cuestión positi­ vista de los hechos. Para la ontologia se abren puertas hasta ahora cerradas, franqueándosele el acceso al ámbito de la ciencia, en el que se ve readm itida. 3. Ciencia e imagen del mundo Y la física llega así a pisar terreno de la m etafísica, partiendo de las teorías universales de la ciencia moderna y reelaborando su dimensión universalista y sistemática. En esas teorías universales se insertan los fenómenos dentro de un contexto abarcador, que cons­ tituye la imagen del mundo (W eltb ild). Este carácter les viene a esas teorías desde el suelo m ismo de la física de donde emerge. Y con él se Convalida a la vez la instancia ontològica del conocim iento un ita ­ rio de la realidad entera. M a s cabe preguntar si la imagen del mun ­ do de una ciencia particular conmensura a la ontologia filosófica. ¿Puede una tal ciencia reivindicar alguna vez un saber de la reali­ dad total? Comencemos pOr observar que no son pocos ni insignificantes

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