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M. DIAZ ALVAREZ 85 mericano conciencia de la situación en que vive? ¿Tiene concien­ cia de la dignidad de la persona humana? ¿Conoce los planes de Dios y lo que es una auténtica revolución cristiana?... Es necesario creer que Dios quiere la liberación de estos pueblos de las terribles opresiones e injusticias de que son víctimas. Y que esa Voluntad ha empezado a hacerse efectiva desde el momento en que el pue­ blo ha comenzado a llevar su clamor hacia el cielo, como el pue­ blo israelita, oprimido por Tos Faraones de Egipto” *. 2. ¿Q u é p id e el p u eb lo ? El pueblo latinoamericano, como hemos indicado, bi:n merece ser considerado como el baluarte del cristianismo. Cuand'o en Eu­ ropa preocupa mucho la “muerte de Dios”, en América Latina se afirma la transcendencia como algo natural y necesario. “Como pueblo en su conjunto, dada la potencialidad enorme que existe en las capas populares de resistencia a aquellos valores extranjerizantes, no considera justa la “muerte de Dios”. Entre los elementos de esa resistencia está la afirmación de valores pro­ pios, entre los cuales es primordial el sentido de transcendencia. Ese sentido de que el hombre no tiene un horizonte en la tierra, sino que siempre busca y anhela una realización que lo transcien­ da, que sea superior a él; es decir, un sentido de dignidad tan grande (porque ha sido asegurado por el cristianismo) que 10 lle­ va a e'perar transcenderse de sus propias limitaciones, de suerte que la felicidad que logre sea total. Es por eso por lo que la socie­ dad latinoamericana en su conjunto, en su dinamismo, en su movi­ miento histórico, no va a perder esos valores, porque están en el meollo mismo de la personalidad básica de los latinoamericanos5. En general, es propio del temperamento criollo la religiosidad, el sentido de lo sobrenatural, que en ocasiones va unido a la su­ perstición y al fetichismo. No obstante, la situación social latino­ americana va exigiendo cada día una mayor concientización y es muy fácil que n la Iglesia misma no la procura entre sus fieles, se piOvoque un éxodo radical. Las nuevas generaciones, a medida que descubren la situación 4. En “A ctu alid ad pasto ral”, l. c., p. 56. 5. Ib. p. 8 .

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