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108 LA TEO LO G IA DE LA LIB E R A C IO N Y. pre adopta ante el pueblo una posición política, o se enrola en la re­ volución o favorece con -u pasividad el capitalismo establecido. Líos documentos pontificios (P.P.), las conclusiones de Medellín y el manifiesto de San Miguel, son bien Concretos, pese a ciertas in ­ coherencias. Sería ridículo haberlos escrito para un simple estudio intelectual por parte de los sacerdotes. “Aceptar pasivamente un -istem a injusto, decía M. Lutero K ing , es colaborar con él; p'or tan ­ to, e! oprimido comparte la maldad de su opresor. Hay tan ta obli­ gación moral a la no cooperación con el mal, cuant’o a la coopera­ ción con el bien” *7. Si la Iglesia prefiere seguir hablando desde el papel por el pobre y el oprimido, tal vez le echen en cara el dar ca­ bida al refrán del Eclesiástico: “El rico ofende y encima se u fana. El pobre es ofendido y encima pide perdón” (Ec. 13,3). Es evidente que tío se puede favorecer un catolicismo de iz­ quierdas (sobre todo, dándole al concepto el significado entendido históricamente). Pero tampoco se puede seguir manten iendo en a l­ to la imagen de una Iglesia atraída por principio- nebulosos y se­ cularmente irrelevantes, cuantó'o las circunstancias le e^ri^en dedi­ carse a una fenomenología de los signos de los tiempos. Y los sig­ nos de los tiempos para América L. son claros. Pero no lograrán ser de'cifrad'os con una “ teología de la revolución” a la europea. En ella se encuentran dos deficiencias fundamen tales. La primera es la casi total fa lta de claridad sobre la esencia del problema, como es el éxodo de un estado de injusticia y violencia in stitucionaliza ­ dos. La segunda es la ausencia de las características típicas en un proce~o revolucionario semejante. Hay que Constatar que los países subdesarrollados no cam inan al desarrollo, sino que están en un cam ino reg re sivo18. La indu stria ­ lización promovida por la nueva política, ¿a quién beneficia? En Brasil tan sólo a un ocho por ciento de la oligarquía. a H ■ R e f le x ió n f in a l Para en juiciar los postulados teológicos y las actividades p a ’ to • rales del clero latinoamericano, no bastan ya las categorías clásicas (con una rémora secular de escolasticismos) que aún mantienen en parte los ideólogos europeos. La nueva teología sudamericana de 47. K in g , M. L.. La fuerza de amar (Bilbao, DDB. 1968) p. 120. 48. A s s m a n n , Hugo, en “Selecciones de Teología” 10 (1971) 159.

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