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M . D IA Z ALVAREZ 107 laicos y n'o al sacerdote. En teoría, aún los m ás revueltos clérigos adm iten el postulado. Pero en la práctica se preguntan si los laicos no han demostrado una incapacidad, a la larga, para solucionar los problemas sociales de América Latina. Los más inquietos católicos dormitan a la sombra de las llamadas “ democracias cristianas” que, hasta el presente, han fracasado en sus intentos, al igual que los partidos de la oposición. Según el P. Ossa, los cristianos adoptan siempre una de estas po stura s: 1. Algunos se comprometen por razón de su fe y la conservan en su acción, “ con un deseo de profundizarla, realizarla y persona­ lizarla, pero rehuyendo los problemas” 46. 2. Otros se comprometen políticamente, n'o por su fe, sino porque se encuentran compartiendo una responsabilidad histórica. Su trabajo es tal que dejan a un lado la profundización de la fe. 3. Son pocos los que, habiéndose comprometido primero en po­ lítica, descubran luego la fe. An te este panorama poco alentador de la acción política de los laicos cristianos, ¿pueden quedar con formes los sacerdotes? ¿No es hora de que la Iglesia ponga al lado de los políticos m ísticos espo- leadores? ¿Pueden los clérigos seguir hab lando de amor y fra tern i­ dad cristianas sin llamar la atención decididamente a quienes, lla ­ mándose cristianos, son responsables de un estado de cosas rad i­ calmente opresor e in justo? E incluso, ¿no tendrá que meterse en política el sacerdote, libre de trabas e intereses personales, suplien­ do la impotencia práctica de los fieles? A lgunos critican a la Iglesia el ser exclusivamente locuaz y po­ co comprometida. Hasta el presente, se ha contentado con denun ­ ciar abierta o veladamente los problemas sociales, políticos y eco­ nómicos, pero ha evitado el tomar una orientación concreta. ¿Pue­ de seguir respetando ciertos regímenes o partidos políticos, aun e n ­ tre los llamados de derechas, si en su decálogo va contra la esencia m isma del evangelio? Por otra parte, ¿hasta qué punto vale decir que la violencia en n ingún caso es justa, cuand'o se dan tan tas fuerzas de opresión estab lecidas?... El sacerdote, calle o hable, siem ­ 46. E n “P a s t o r a l p o p u la r ”, I.e., 39.

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