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102 LA TEO LOG IA DE LA LIB E R A C IO N Y. rialista y también democratista, en cuanto im aginan al pueblo co­ mo sujeto de todo poder” . Algunos “ se hallan embarcados al serv i­ cio del m arxismo” , “ atizan la lucha de clases y la alim entan con el pillaje, el asalto, el robo, el secuestro, el crimen, la lucha sangrien ­ ta, el caos” , “ ensalzan a La Habana, Pekín y Moscú, adm iran a Mao, Lenín, el Ché, Cam ilo Torres” 3S. Quienes así hab lan se llam an seguidores del Vaticano II, pero también de sus antecedentes. Y lo hacen “ porque la necesidad tie­ ne cara de hereje” 36. También los laicos, presididos por el A lm iran te Isaac Feo. Rojas, son duros y condenan a “ ciertos miembros del Movimiento, que han hecho de la violencia y el colectivismo marxista la base de su ac­ ción destructiva” . Llegan incluso a pedir a los obispos que “ alejen de las filas del clero a esos falsos profetas” y que se aclare la postu­ ra episcopal argentina fren te al Movim iento. Hasta un grupo de muchachos de la Juventud Católica de Rosario (asediados por a l­ gunos sacerdotes) a tacan a los tercermundistas y hablan del “ n e ­ fasto Vaticano II, Medellín, la Populorum Progressio y Pablo V I 37. Pero no sólo hubo acusadores, hubo también defensores, siendo los primeros en salir al paso de las críticas los alumnos del Sem ina ­ rio cordobés, quienes escribieron: “Morir por el pueblo es la máxi­ m a opción del cristianismo y ju stam ente el anuncio sin hipocresías del evangelio” . En Catamarca un grupo de curas se adhirieron al P. Carbone y otros confesaron que los tercermundistas no formaban un partido político, ni eran marxistas, ni provocaban el caos y la violencia, sino que denunciaban “ el caos y la violencia ya existen­ tes” . Como síntesis de toda la situación, un intelectual escribió: “ Es posible que los sacerdotes del Tercer Mundo corran el riesgo de fo r­ mar un nuevo clericalismo, tan pernicioso como el an tiguo ; pero es posible que, en algunas ocasiones, teoricen sobre temas que no estu ­ diaron a fondo (econom ía y política) y desemboquen en cierta de­ magogia. Sin embargo, su prédica no es arbitraria ni disolvente; se basa en documentos papales (P.P.), en las actas de Medellín y en 35. Ib. p. 103. 36. Ib. p. 101. 37. Ib. p. 97.

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