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M . D IA Z ALVAREZ 99 G ran parte del documento se reduce a una serie in in terrum ­ pida de citas del Vaticano II, con las que tratan de probar cómo la Iglesia reprueba todo compromiso político del sacerdote, que debe contentarse con ser animador de los laicos. Pero, síobre todo, quie­ ren rechazar la adhesión del M STM a un “ socialismo latinoam eri­ cano” . Tal opción, dicen, “ no corresponde ni es lícita a n ingún gru­ po de sacerdotes, ni por la doctrina social de la Iglesia a la cual «e opone, ni por el carácter de revolución social que implica la acep­ tación de la violencia como medio para lograr cuanto antes la li­ beración de los oprimidos” 32. Esta violencia desatada se llevaría a efecto caso de que se cum ­ plieran los deseos del Movim iento, al afirmar “ que no habrá socia­ lismo auténtico en Latinoamérica sin esa tom a del poderporau tén ­ ticos revolucionarios surgidos del Pueblo y fieles a él” . Según la Com isión Permanente, en San Miguel se optó por fa ­ vorecer un cambio social, mediante el cam ino de la liberación. Pero se dijo también con claridad que había que evitar el caer en opcio­ nes extrem istas, ¿obre todo, en el marxismo. Por eso ahora, fren te a la socialización de los medios de producción y la cultura, invocan la Mater et Magistra, en la que se afirma que “ el derecho de pro­ piedad privada, aún en lo tocante a bienes de producción, tiene un valor permanente, ya que es un derecho contenido en la m isma n a ­ turaleza (M .M ., 109). Sin embargo, con ello no quieren afirmar que siga adelante el actual estado de cosas, sino que prevalezca, ante todo, el “ a lto fin ético-social de la propiedad” 33. F inalm ente, achacan al Movim iento agarrar el rábano por las hojas al n'o aceptar la definición completa que da el Concilio de la Iglesia (L .G . cap. I, n.° 8). Esto quiere decir que los movim ientos de grupos sacerdotales no pueden ni deben actuar sin estar en comunión con sus propios obispos y, en ú ltimo térm ino, con el Pastor supremo de la Iglesia. 4. Una contestación firme y valiosa La aclaratoria de la Comisión Permanente halló eco inmediato 32. C omision P ermanente , o . c ., p. 361. 33. Ib. p. 362.

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