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M . D IA Z ALVAREZ 93 la praxis, sobre la p rax is para la praxis. Todo esto nos llevará a en fren tarnos con dolor a los bloqueos que surgen p'or una ideologiza- ción de la fe ; no para destruir el evangelio precisamente, sino para denunciar el maridaje de la Iglesia con la sociedad opresora en una autocrítica valiente y afirmar nuestro compromiso de fidelidad al evangelio” La teología de la liberación está evidentemente en un período de iniciación y no es extraño que muchos de los aspectos estén aún en pañales. Otros, sin embargo, nos ofrecen un perfil m ás o menos claro. Con respecto a la nueva espiritualidad, uno de estos sim p a - t :zantes de la teología de la liberación sintetizaba así los nuevos cam in o s: “ En la experiencia de la eficacia de la acción propia, teórica mente fundada y sólidamente planificada y organizada, tiene expe riencia de la gratuidad, descubre que es d'on de Dios, no que se re partan la acción Dios y el hombre, de tal manera que Dios supla lo que el hombre no puede. No, estos cristianos descubren que Dios sólo está en el hombre, en su acción, en su fracaso también . Y que Jesús se revela, ante todo, a los pobres, en Tos que llevan el pecado del mundo, y que ayudar a que se liberen es comulgar con Je^ús, que quita el pecado del mundo, que murió por la justicia y que en la resurrección nos entregó su Espíritu de liberación para la her mandad. En e~a lucha redescubre el sentido de la Iglesia, pequeña comunidad que mediante su palabra y su servicio tiene como ta rea proclamar a Jesús c'omo un hombre que tiene futuro. En la Ig leñ a redescubre el sacramento, no como un instrumento para sa l varse que hiciera la competencia a la lucha por la liberación, sino como señales vivas de esa lucha que se lleva a cabo y de la refe rencia a Jesús que ella lleva consigo. Redescubre la oración como un explicitar la apertura al 'otro, el encuentro que tiene lugar en el pro ceso de liberación que es un cam ino hacia el Padre, como se descu brirá cuando, liberado el hombre, por fin aparezca la humanidad como una unidad real y fra terna ” 21. No le quepa la menor duda a nadie de que esta nueva vivencia cristiana significa un salto cualitativo en la vivencia de la m isma fe. A partir de ella el cristiano puede hacer teología, valiéndose de 20. En “ S ic ” 35 (1972) 367 (C a ra ca s). 21. M u jic a , C a rlos, en “ P a s to ra l M is io n e ra ” 8 (1972) 93 (M a d rid ).
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