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M . D IA Z ALVAREZ 31 las in justicias con el evangelio en la mano es elevar al hombre de su estado agobiante y de su postración inhumana. Sólo “ liberado” de esa atadura hum ana, encontrará sentido para él la esperanza cristiana y el futur'o escatológico. De ahí que la pregunta fund a ­ mental para la teología en estos pueblos sea la sigu iente: “ ¿Qué re­ lación hay entre la salvación y el proceso histórico de la liberación del hom bre?” . Jorge Vernazza, sacerdote del Tercer Mundo, después de conocer las profundas coincidencias doctrinales y prácticas entre el Movi­ m iento Sacerdotal para el Tercer Mundo (M STM ) y el grupo “ E chan - ges et D ialogue” , escribía al responsable de este ú ltim o : “Nuestr'o ob­ jetivo fundam en tal no e.' “ poner fin a nuestra situación de clérigos” , sino comprometernos sacerdotalmente en el proceso revoluci'onario latinoamericano. No hay duda que nuestros condicionam ientos so­ ciales y eclesiásticos sün muy diversos. América La tina exige pri­ mordialmente una salvación que se verifique en la liberación de un rnultisecular estado de injusticia y opresión. Y es la Iglesia la que debe anunciar y promover esa liberación, la Iglesia que para los oj'os del pueblo está indisolublemente ligada a la imagen y función sacerdotal” 10. Una auténtica liberación consistiría, pue~, en deshacerse: — de la dom inación externa hegemónica; — de las dependencias internas opresivas y represivas; — de la conciencia política e ingenua; — del apoliticismo, ausencia o angelism o; — del individualismo, capillismo, egoísmo colectivo. “La acción eclesial que ?e desarrolle en este sentido tendría que ser liberadora y necesariamente política” 17. Y su consecuencia más cristiana sería la de liberarse de esa situación de pecado que consti­ tuye la injusticia establecida y la violencia estructural. La Com isión Epi-copal de Pastoral Social en México hacía re­ cientemente alusión a ciertas pautas para la acción. “ En resumen, decían, la acción pastoral en nuestro contexto histórico, nacional y latinoamericano, tal cual lo hemos analizado, necesariamente debería orientarse a la denuncia del sistema real y vigente, pero, sobre to ­ 16. En “ E n la ce ” — B ol. d e l M S TM — , n .° 10 (1970) 22-23. (B u e n o s A ires). 17. G alile a , S e g u n d o , La v er tien te p olítica de la pastoral, en “ S e rv ir” , ju n io (1970). (B o g o tá ).

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