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90 LA TEO LO G IA DE LA LIB E R A C IO N Y .. 3. El m'omento que atraviesa A. La tina es conflictual. Y no vale acercarse a él con la palabra. Urge poner en práctica una a c­ ción decidida que, de alguna forma, colabore a solucionar el con ­ flicto. 4. En este continente la Iglesia se halla fuertem ente dividida. En su seno alberga a oprimidos y opresores. ¿Hasta qué punto pue­ den adm itirse ambas denom inaciones y celebrar la Eucaristía, pre­ gonando la fraternidad universal? 5. La Iglesia Latinoam ericana debe definirse fren te al pro­ cedo revolucionario que azota hoy al mundo -am b ien te en que vive. No puede replegarse sobre sí m isma, ni salir al paso con las armas de una predicación hueca e incompr'ometida. 6. La influencia social de la Iglesia en A . Latina, dada la r e ­ ligiosidad del pueblo, es decisiva. ¿Debe ponerse decididamente al servicio del oprimido? Si lo hace, ¿no estaría dando la espalda ai opresor, creando así en su seno nuevas discordias y divisiones? La jerarquía, doctrinal mente se ha puesto ya al lado del marginado, pero en la práctica se encuentra con la dificultad no pequeña de tener que romper con todo un pasado que aún pesa. 7. La Iglesia latinoamericana se encuentra inmersa en medio de un pueblo pobre, pero ella, como dijeron los 'obispos en M ede- llín, no es exactamente una Iglesia pobre. ¿No es hora de adquirir una personalidad propia? Hasta el presente se ha dejado influen­ ciar por las categorías y los métodos de acción importados de Eu­ ropa. ¿Son aplicables esos métodos a la realidad latinoam erica ­ na? 5. Una teología para el futuro-presente Decía H. Cox que “ el único futuro de la teología es convertirse en teología del fu turo” 15. De ahí que una teología latinoamericana tenga perspectivas sólo partiendo de la situación real del hombre latinoamericano. Y esa situación es la del que anhela un nuevo Mesías, una nueva reencarnación, un nuevo Libertador. Denunciar 14. F reire , P a o lo , P edagogia del oprim ido (B u e n o s A ires, S. X X I , 1971) p. 82. 15. C o x , H., O n n ot leaving it to th e Snake (L o n d r e s 1968) p. 12.