PS_NyG_1973v020n001p0055_0080

58 LA IGLESIA Y EL CLERO SALMANTINO EN LA B. E. MEDIA sagración de los obispos en determinadas diócesis de los reinos cris­ tianos. El triunfador de la discusión fue Gelmirez, ya que Calixto II envió una bula al obispo Don Munio, sometiendo la diócesis salman­ tina a la metropolitana de Santiago en 1124 4. Don Munio no debió de gozar nunca de las simpatías de Gel- mírez, quizá por los roces a que dio lugar su consagración por el ar­ zobispo toledano. Lo cierto es que el prelado ccmpostelano logró que fuera depuesto Don Munio en el concilio de Carrión y fuera elegido en su lugar el canónigo compostelano Alfonso Pérez ( 1130 - 1131 ) \ El nuevo obispo murió en 1131 al retornar del concilio de Reims. Entonces comienza un período confuso de la sede salmantina, en el cual parece que existieron varios candidatos a la sede de Sala­ manca, entre ellos un tal Pedro, apoyados por las diversas autorida­ des : el conde Pedro, el rey y el cabildo, el arzobispo de Santiago. Incluso parece que se presentó en la ciudad Don Munio, el obispo depuesto anteriormente. Con motivo de esta situación el mismo San Bernardo escribió al papa sobre los asuntos de la diócesis salmantina. Hasta que, final­ mente, todos los comprometidos se pusieron de acuerdo y fue elegido obispo el canciller del rey, Don Berenguer ( 1134 ) 6. En cuanto a la definición territorial, la separación de Zamora 4. España Sagrada, t. X IV , p. 294. 5. Además de los intereses personales, parece que existieron otras razones de tipo pasto ral p a ra que Don M u n io fu era depuesto. J. M . C ua­ drado alude a una c a rta de Honorio I I de 1125, d irig id a al arzobispo G e l- m írez p ara que obligue a l de Salam anca a que se re s titu y a a un clérigo, llam ad o B ernardo, los bienes de que h ab ía sido desposeído por unos ca­ balleros salm antinos ( Salamanca, Avila y Segovia, Barcelona 1884, p. 19). 6 . Este episodio repercutió en la vida de la ciudad, al menos en cuanto alineó en distintos bandos a las autoridades de la ciudad para la designación de candidatos a obispo. Sobre este hecho puede consultarse: Historia Compostelana, p. X C V II en donde se da la sucesión de los obispos desde Jerónimo de Pe- rigord a Berenguer, indicándose, asimismo, los pasajes de la H isto ria Compostelana que corroboran la sucesión episcopal; L ó pez F e rre iro , A., Historia de la Santa A.M. Iglesia de Santiago de Compostela, t. IV , San ­ tiago de Compostela 1901, pp. 77-78; 82. 87-88, 104. 163 ss; Manrique, A, Cistercienses seu verius Ecclesiastici Anuales a condito Cistsrcio, Lugdu- n i 1642-1659, t. I, a. 1139, cap. V I I I , núms. 1-3; Gordon B iggs, A., O.S.B., o.c., pp. 174, 180-182, 217. 310-311, 335; G onzález D a v ila , G.. o.c., pp. 51-53; Cuadrado, J. M .a, o.c., pp. 18-19; Fuente, V. de la, Historia eclesiástica de España, 2.a ed., t. IV , M a d rid 1873, pp. 49-52. J. González en su obra El reino de Castilla en la época de A lfonso VIII, t. I, M a d rid , C.S.I.C., 1960, pp. 405-410, tra e detalles en torno a la lucha por la p rim a c ía m e tro o o lita -

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz