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5 0 LA LOGICA INTEGRAL, FUNDAMENTO DEL DIALOGO su investigación sobre el sistema abierto en oposición al sistema ce­ rrado, señala la puerta por la que podemos pasar a la elaboración de una filosofía dialàgica, es decir, a la definitiva superación de la dia­ léctica por el diálogo. 4 . De la dialéctica al diálogo En las páginas anteriores ha quedado patente la irreducible in­ compatibilidad de la lógica dialéctica y de la lógica dialógica. Ahora es preciso justificar el tránsito de la dialéctica al diálogo. Pues no se trata de optar sin motivo por el diálogo frente a la dialéctica, sino de mostrar que el diálogo es exigido por la estructura básica de nuestro pensamiento. L.Gabriel inicia esta nueva reflexión con la advertencia de que el hombre se ha puesto a la defensiva contra la acción devastadora de los sistemas totaliarios. Más aún ; afirma que la superación del pensamiento totalitario, agente primero de todo lo inhumano de este tiempo, es el quehacer esencial de nuestro siglo. Ve en el existencia- lismo una de las manifestaciones de la reacción contra el pensamiento totalitario. Pero le achaca que el llamamiento a la interioridad pue­ de ser tan sólo el contrapolo dialéctico respecto de la exteriorización y mecanización de las formas actuales de la vida. El existencialismo de la mera interioridad no se cimenta en la existencia, en cuanto con­ creta plenitud de ser, sino que se estrecha por la abstracción idealis­ ta de la propia subjetividad. Y lo que necesitamos es un pensamiento que considere todos los componentes del ser humano. Esto sólo puede ser logrado por un pensamiento integral. Ahora bien, este pensamiento integra! revela que el hombre no es un ser cerrado en su interioridad, sino que es un ser abierto a las cosas que no son él, son el «ser otro». El hombre, por lo mismo, 5 e halla esencialmente vinculado al mundo, abierto a él. Pero en su re­ lación con el mundo ni uno ni otro quedan mutuamente subsumidos o suprimidos. En este momento L.Gabriel da un paso decisivo al exigir una superior unidad trascendente, como base de la relación integradora de hombre y mundo. Sólo la Transcendencia puede salvar al hombre de su disolución en órdenes inmanentes absolutizados. Contra una secu­ larización invasora, que amenaza hoy a la misma teología, L.Gabriel

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