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C. BAZARRA 23 Si el efecto se puede conseguir sin comulgar sacramentalmente, es to no quiere decir que se pueda prescindir de la Comunión sacramental. Pudiendo hacerlo sacramentalmente, solamente así se conseguirá di cho efecto, y la comunión espiritual tiene su valor precisamente por llevar implícito — al menos— el deseo de la sacramental. Pasa exac tamente lo mismo con el Bautismo. Si no se puede recibir el bautis mo de agua, bastará el de deseo, pero éste no hace inútil el bautis mo de agua : “S icut plus prodest baptismus sanguinls et flum in is quam san- guinis tan tum , sic plus m anducatio spiritualis, quando coniuncta est sacram entali, quam quando est per se” 70. Podemos decir que la doctrina eucaristica de San Buenaventura sigue los mismos cauces espirituales de Alejandro de Hales. Los pasa jes que reproducimos al principio, originales de Karl Rahner, parecen calcados en la doctrina bonaventuriana : no es la presencia corporal el fin de este sacramento sino la presencia espiritual. Completaremos la visión del pensamiento franciscano leyendo las obras del Doctor Sutil, Duns Escoto. C) Duns Escoto El Doctor Sutil es más escueto en los detalles particulares de la teología. N o obstante, se mantiene en esta trayectoria que venimos observando en la escuela franciscana. En primer lugar, de la presencia real y sustancial de Cristo en la Eucaristía, no ve la necesidad de deducir un efecto distinto de la gracia santificante. La presencia de Cristo se justifica por sí misma, como centro de la espiritualidad y piedad de la Iglesia Católica : “Congruum est C h ristum esse nobiscum in ta li signo sensibili, u t magis excite tu r qu ilibet ad re v eren tiam et dèvotionem ad C h ris tu m ; et hoc p a te t de facto, quod quasi omnis devotio in Ecclesia èst in ordine ad illu d Sa cram en tum ” 71. 70. IV Sent., d. 12, p. 2, a. 2, q. 3; Op. Omn. IV , 297. 71. I V S e n t . , d. 8, q. 1 ; ed. V iv è s , t. 17, 7 -8 .
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