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4 LA GRACIA SACRAMENTAL EUCARISTICA E N .. especies eucarísticas, persiste una unión con Cristo por otro medio que no sea la gracia y caridad. I. H is t o r ia d e l p r o b l e m a Parece ser que el primero en abordar directamente la cuestión de la unión eucarística fue el Cardenal Mendoza. Aceptando literal' mente algunas expresiones patrísticas y de los teólogos que comba­ tieron los errores wiclefitas y protestantes, llegó a defender una unión corporal, natural y sustancial, superior a la unión espiritual de fe y caridad, de gracia santificante. Qué entendía el Cardenal Men­ doza por unión natural, es difícil de precisar, porque se expresa de modo oscuro y hasta contradictoriamente. Sin embargo, su interés por defender una unión mayor que la de la gracia santificante es evidente, aunque termine por no reconocer, eso parece, otro medio de unión que la misma gracia2. Otros teólogos, como Diego de Tapia, los Salmanticenses, Con- tensón..., admiten una cualidad sobrenatural distinta de la gracia santificante. Intentan aclarar esa relación tan íntima entre Eucaristía y resurrección e inmortalidad de que nos habla la Sagrada Escritura. En ella, efectivamente, se dice que el que comulga, vivirá para siem­ pre, no morirá 3. Pero para comulgar se exige ya la gracia, luego la inmortalidad que se atribuye a la Eucaristía, ha de tener como causa algo distinto de la gracia santificante *. Propiamente estos autores, aun admitiendo una gracia sacramental de la Eucaristía, no recono­ cen una unión especial con Cristo5. Sin embargo, de admitirse esa cualidad, efecto del cuerpo del Señor, se podría quizás hablar de una unión con Cristo no sólo por gracia, no sólo por caridad. Cornelio a Lápide, comentando el evangelio de San Juan, busca 2. F. M endoza , De naturali cum Christo unitate. E d íd it P io la n ti. R o - mae, L a teranum , 1947. Véase m i artícu lo : La unión eucaristica in terp re­ tada por el Cardenal Mendoza, en Naturaleza y Gracia 9 (1962) 225-260 3. Jn 6, 51-58. 4. D iego de T a p ia , In tertiam partem, Divi Thomae, q. 7, a . 3. S a l ­ m a n t ic e n se s , De Eucharistiae Sacramento, disp. 10, dub. 1, n. 16. C o n te n - so n , Theologia mentis et cordis, t. 4, 1. 11, p. 2, c. 2. 5. Por ejemplo, el m ismo Contenson escribe: “Id tam e n non ita in - telligas velim , quasi physicam cum Christo unionem fideles consequan- tu r ; solus enim in te rv e n it m o ralis cordium nexus” . Theologia m entis et cordis, t. 4, 1. 11, p. 2, c. 2, specul. 1.

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