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E. RIVERA DE VENTOSA 345 te con otros errores filosóficos. A Maimónides sigue el franciscano Thomas de York en su Sapientiale, que tiene por base la frase del filósofo judío: el principio del mundo es racional. Sobre el influjo en su propio pueblo, W. Kluxen observó que fue extraordinario en­ tre los talmudista? y en otras direcciones del pensamiento judío. De tal suerte que concluía su relación con esta fra^e exagerada que co­ rría entre les de su raza y sangre: De Maimónides nunquam satis Maior omni laude. Ampliaron estas investigaciones algunas de las comunicaciones presentadas. Especialmente fue objeto preferente Averroes. Citamos las más -ignificativas. M. Traina, Sensi e sensazioni presso Avsrroe. G. G. Hana, C om m en t St. Thomas et Averroès on t-ils lu la définition de l’âm e d’A ristote, A. Pattin, L ’averroism e e t la question du sen s agent au M o y en Age. A. N. Nader, La doctrine des deux vérités chez Ibn Rochd ( A v erro ès ) e t les averroïstes latins. L. Hödl, Die “ a verro- istisch ” Unterscheidung zw ischen Materie und M öglichkeit in den na iurph ilosoph 'schen Schriften des Siger von Brabant. E. C. Bazán, Averroes y Sigerio de B raban te: la noción de “in tellectum specu la- tivum ” . I. Boch, Latin Averroism , Plurality o f Form s and the Pro­ blem of Prédication A. Ghi-alberti, Boezio di D ada e l’averroismo latino. Z. Kuksewicz, Un noveau tém oignage de V école av&rroiste á Erfurt au X I V siècle. R. Palacz, Kopern iku s and Averroes. II. P e n s a m ie n t o f r a n c is c a n o En un Congreso de Filosofía Medieval el pensamiento francis­ cano no podía hallarse ausente. Debemos, con todo, confesar que su presencia no estuvo a la altura de lo que piden los grandes docto­ res del mismo. Ello es tanto menos explicable por cuanto hay una Societas Intern . Scotista (SIS) y otras entidades de estudios francis­ cano? o relacionados con el franciscanismo. Todavía se trabaja con cierta timidez, cara a la temática mundial que propone el pensa­ miento en nuestros días. Y, sin embargo, es por aquí por donde el pensamiento franciscano debe dar su aportación al momento actual en que el encuentro de culturas pide la presencia de cuantos han tenido mucho que decir a lo largo de la historia de las ideas recto­ ras. Todavía es má? inquietante, esperanzador desde otra vertiente,

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