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RICARDO MARIMON 2 7 3 su expresión filosófica no pueden ir cambiando con el tiempo, en es­ pecial cuando se trata da los principios evidentes por sí mismos a la sabiduría de los siglos, como en el consenso y fundamento de la reve­ lación d ivina . Cualqu ier verdad que pueda descubrir la mente hu ­ mana investigando con sinceridad, de ningún modo puede contrade­ cir a la verdad ya ad q u irid a ... (A A S , 1950 , d. 572 ). Y también, más adelante, condena a los sistemas aue imougnan «el valor del racio­ cinio metafísico» (A A S , 1950 , p. 574 ). No podemos silenciar, sin embargo, que hoy, veintidós años más tarde y después del Vaticano I I , algunas de las razones entre­ mezcladas en la crítica de la «Humani Genens» nos parecen dignas de nuevo estudio. Por ejemplo, cuando d ice : «conceden aue la filo ­ sofía que se enseña en nuestras E scue la s... puede ser ú til propedéu­ tica para la teología escolástica, perfectamente adaptada a la mente de los hombres del medievo, pero que no ofrece un método filosófi­ co que responda a la cultura y a las necesidades del día de h o y ... ( A A S , 1950 , p. 5 7 3 ). Notemos que el mismo Pío X I I ha afirmado que «(también en estas cuestiones esenciales es lícito revestir a la fi­ losofía de un ropaje más rico y acomodado» (A A S , 1950 , p. 572 ). Por lo demás, en la misma encíclica «Humani Genens », hablando de las falsas opiniones que la han motivado, afirma Pío X I I : «Los teólo­ gos y filóso fo s... no deben ignorar n i desentenderse de estas opinio­ nes que en más o en menos se apartan del recto camino. E s necesario, incluso, que las conozcan bien, pues no se pueden curar las enferme­ dades que antes no se conocen suficientemente; y , además, en las mismas afirmaciones falsas se esconde a veces algo de ve rd ad ; y , por último , estas falsas opiniones incitan la mente a investigar y ponderar con más diligencia algunas verdades filosóficas y teológicas» (A A S , 1950 , pp. 563 - 564 ). Estamos, pues, dentro de la línea de la «Huma- ni Genens », si tratamos de estudiar los problemas que el mismo Pío X I I comienza a plantear y exponer. H a y en la «Humani Genens» otro apartado importante. E s el que se refiere a la función instrumental de la filosofía al servicio de la teología y de la Fe , que es lo que hemos llamado «función teoló­ gica». Se trata de saber si los términos filosóficos empleados para e x ­ presar los conceptos dogmáticos han de ser los pertenecientes a la fi­ losofía medieval escolástica, o si pueden tomarse de otros sistemas fi­ losóficos. L a posición de Pío X I I es de firme defensa de la teología

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