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RICARDO MARIMON 2 6 9 ciencbs». Repite también la fórmula de libertad de Pío X I en la «Stu- diorum Ducem », y explica finalm en te : «La emulación en investigar y propagar la verdad no queda suprim ida por la recomendación de la doctrina de Santo Tom ás, sino que más bien se estimula y dirige con seguridad» (A A S , 1939 , p. 246 - 247 ). E n su discurso a los Padres electores de la X X I X Congregación General de la Compañía de Jesús les insiste en que, conforme a las le yes de su instituto , «sigan la doctrina de Santo T o m á s » ... Pero en una segunda parte les insinúa la necesidad de cierta apertura en el modo de exp resión : «M á s: a los hombres de su tiempo, de palabra o por escrito, debe hablárseles de modo que les oigan con inteligen cia y con gusto. De lo que se sigue que, al proponer y exp licar cuestio nes, al deducir argumentos, y en cualquier otro género de dicción, de ben acomodar sabiamente la expresión al ingenio y gusto de su tiem po (A A S , 1946 , p. 384 ). A los Padres del Cap ítulo General de la Orden de Predicadores, refiriéndose a la prescripción del estudio de Santo Tom ás del Código de derecho canónico v de la «Deus Scientiarum Dominas», afirma Pío X I I que espera que ellos sigan con íntimo convencimiento y afán estas normas, «que tienen fuerza de lev vigente para todas las escue las católicas de filosofía y teología» (A A S , 1946 , p. 388 ). Pero tam bién afirma que «no tienen importancia (minoris videntur esse mo - mentí) las cuestiones de las que bajo la guía v mirada del magisterio eclesiástico ha habido siempre libertad de opinar y disputar, tanto en investigaciones y debates filosóficos, como teológicos. Y aun tienen menos importancia las opiniones y fórmulas de la física, propias y pe culiares de tiempos pasados, superadas ya por los descubrimientos y adelantos de las ciencias actuales. L a Iglesia, lejos de contrariar y te mer estos descubrimientos, los fomenta y provee. (A A S , 1946 , p. 38 7)- E n el mismo discurso se pregunta el Papa si «lo que Santo T o más edificó trabando y armonizando elementos que están por encima del tiempo, suministrados por los que en todos los tiempos cu ltiva ron la sabiduría cristiana, se apoya como en roca firme, si tiene v i gencia y valo r perpetuo; si también ahora puede servir para defender eficazmente el depósito de la fe cató lica; si es apto para el seguro aprovechamiento y dirección de los nuevos progresos en filosofía y teología. L a Iglesia ciertamente lo a firm a ...» (A A S , 1946 , p. 387 ).
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