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RICARDO MARIMON 297 4 . T ie n e importancia el examen que hace el documento so bre el ^pluralismo». No hay dificultad en adm itir un sano pluralis mo filosófico, debido a la diversidad de regiones, de culturas, de mentalidades; de modo que por caminos distintos se pueden alcan zar las mismas verdades, las cuales asimismo pueden presentirse y exponerse de manera d ive rsa ; lo que no puede admitirse es un p lu ralismo filosófico que comprometa el núcleo fundamental de afirma ciones que tienen conexión con la revelación, pues no cabe contra dicción entre las verdades naturales de la filosofía y las sobrenatura les de la fe» («Ecclesia», 1 . cit.). E s decir, es absolutamente necesaria la afirmación de un «nú cleo fundamental», de aquellos «principios y principales asertos» de que habló Pío X Í I en la « Humam Genens » y en su discurso a la Un iversidad Gregoriana ( 1953 ), o del ((patrimonio filosófico peren nemente válido», del decreto «Optatam To tiu s» (n . 15 ) del V a tica no II. Este núcleo fundamental se define aouí con tres elementos: a) «Que el conocimiento humano está en grado de cantar en las realidades contigentes, verdades objetivas y necesarias...» (Se trata de afirmar el realismo epistemológico en el que ya insistió Pío X I I . E l documento rechaza expresamente todo «relativismo epistemoló gico, moral o m etafísico ; el inmanentismo y subjetivismo). b) «Que es posible construir una ontología realística, que des taque los valores trascendentales y termine en la afirmación de un Absoluto personal y creador del universo». (Nótese cómo se deja abierta la posibilidad de construir una metafísica de estructuras di versas a la tradicional, mientras sea realista y termine en la afirma ción de Dios. E l documento condena expresamente el materialismo, panteísmo, y ateísmo). c) ((Que es igualmente posible una antropología que salvaguar de la auténtica espiritualidad del hombre, que conduzca a una ética teocéntrica y trascendente con relación a la vida terrena, al mismo tiempo que abierta a la dimensión social del hombre». (Tam b ién se deja abierto el camino a nuevas antropologías, con tal de que en ellas se salve la espiritualidad — y , por tanto, la inmortalidad— del alma, y de que se presente la naturaleza humana como base coherente para
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