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RICARDO MARIMON 295 tivas, que son las que se presentan con más realismo y rigor científico. Finalmente, «la amplitud y la profundidad de la problemática plan­ teada por la aparición de varias nuevas filosofías y por el progreso cien­ tífico es de tal magnitud, que resulta extremadamente d ifíc il no ya el logro de una síntesis, sino incluso la asimilación de nuevas nociones... («Ecclesia» n.° c it., p. 445 ). Reconoce también el documento «otras circunstancias más par­ ticulares, que hacen menos atractivo a los alumnos el estudio de la filo so fía : la perplejidad que muchos experimentan ante la multitud de corrientes filosóficas contrapuestas..., la aversión a sistemas fijos y recomendados por la auto ridad ; las deficiencias de una enseñanza poco actualizada, que presenta una problemática anticuada, sin co­ nexión con la v id a ; un cierto lenguaje filosófico a rc a ic o ..., un exce­ sivo abstractismo ...» («Ecclesia», 1. cit.). 2 . S in embargo, insiste el documento en la necesidad de la fi­ losofía para los futuros sacerdotes. Sup rim ir la filosofía en su forma­ ción equivalía a «ignorar todo lo que hay de más genuino y profundo en el pensamiento contemporáneo » («Ecclesia», n.° cit., p. 446 ). Pues explica el documento que «hoy como nunca los problemas filo - sóficos más fundamentales se encuentran en el centro de las preo- cupaciones de nuestro tiempo, hasta el punto de invad ir todos los campos de la cu ltu ra : lite ra tu ra ..., teatro, cine, radio-televisión e incluso la canción» («Ecclesia», 1. cit.). Y , además, suprim ir la filoso­ fía en la formación sacerdotal, sería p riva r a los sacerdotes de «un verdadero y auténtico humanismo» («Ecclesia», 1. cit.). Notemos el énfasis que pone el documento en la necesidad de la formación filosófica sincronizada con el pensamiento actual de ca - da sociedad en que los sacerdotes han de ejercer su misión. Más ade­ lante concretará más, pero ya se entrevé que no se trata sólo de la enseñanza de una «filosofía escolástica de manual», como algunos d i­ rían. L a filosofía, ante todo, es necesaria porque es como «el alma de la auténtica cultura ». Las ciencias positivas no dan «respuesta a aquellos interrogantes fundamentales» del espíritu humano sobre el sentido de la vida, el bien y el mal, la dignidad de la persona huma­ na, D ios, etc. Además, la filosofía nos da «las bases racionales de valor cien­ tífico» que constituyen el presupuesto natural del entendimiento pa

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