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254 LA FILOSOFIA CRISTIANA EN EL MAGISTERIO. se apoya en la palabra de D ios escrita, e inseparable de la santa T ra - dición, como de su fundamento perenne» (A A S , 1971 , p. 103 , V . Vaticano I I , «Dei Verbum », 24 ). E llo , sin embargo, no implica que deje de recomendar el prose- guir estudiando las cuestiones que hoy nos acucian, como son el ori gen y significación de la vida humana, la felicidad que la humanidad desea, la condición de la fam ilia humana, etc. (A A S , 1971 , p. 102 ). S in embargo, el acento está en la aprensión que siente el Papa ante las desviaciones postconcil'ares. A s í advirtió también en el d is curso al Cardenal Garrone, Prefecto de la S . Congregación de la ins trucción católica, en el Congreso de Universidades Ca tó licas: « En cuanto a investigación, la Un iversidad católica debe manifestar el aprecio que la Iglesia siente por la cultura, con un estudio y enseñanza leales, que se esfuercen en descubrir la verdad, el bien y la belleza, en cada n ive l científico, literario, artístico o filosófico, con el método pro pio que conviene y sin dejarse desviar por sistemas a prion, que hipo tecan el análisis y la síntesis auténticas, que tanto necesitan los hom bres» (A A S , 1971 , d . 460 , V . Gaudium et Spes, 59 , párrafo 2 ). L a reciente carta de la S agrada C ongregación de E nseñanza i . L a reciente carta de la Sagrada Congregación para la Ense ñanza Católica a los Excelestísimos Ordinarios sobre la enseñanza de la filosofía en los Seminarios, a los seis años de terminado el Concilio Vaticano I I, exam ina la realización del programa conciliar de forma ción filosófica para los futuros sacerdotes, cuyo fin era crear una sóli da base para los estudios teológicos, y de establecer las necesarias pre misas para un encuentro entre la Iglesia y el mundo, entre la fe y la ciencia, entre el patrimonio espiritual cristiano y la cultura moderna» (<• Ecclesia n." 1585 , 25 Marzo y 1 A b ril 1972 , p. 443 ). Com ienza el documento reconociendo las dificultades con que tropieza el desarrollo de aquel programa. Por una parte, la mentali dad que llamaríamos «teológica pura», que desprecia como inú til en teología la especulación filosófica (que por su parte anda hoy tan lejos de la misma metafísica); inú til también para una formación pastoral. Además, en nuestra civilización técnica y práctica, parece que la m is ma filosofía va dejando absorber su objeto propio a las ciencias posi
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