PS_NyG_1972v019n003p0265_0301

RICARDO MARIMON 281 H e aquí unos trazos fuertes de este cuadro de la «crisis de cre­ cimiento» (G S , 4 ) de nuestra cultura que nos presenta el Concilio. La crisis se ha hecho sentir también en el terreno m o ra l: «Las instituciones, las leyes, las maneras de pensar y de sentir, heredadas del pasado, no siempre se adaptan bien al estado actual de cosas. De ahí una grave perturbación en el comportamiento y aun en las mismas normas reguladoras de éste» (G S , 7 ). A n te esta situación, algunos han reaccionado elim inando concepciones supersticiosas y aumentando su fe ; pero otros, por el contrario, alejándose de la religión y hasta lle­ gando al ateísmo, como exigencia de aquel «humanismo n u e vo » ... (G S , 7 ). E l cuadro del Concilio no es pesimista, sino realista y esperan- zador por el análisis de nuestros males e indicación de remedios. E l Concilio reconoce nuestros logros y nuestra capacidad: « E l hom b re ... en nuestra época ha obtenido éxitos extraordinarios en la investigación del mundo material» (G S , 15 ) ; «la in te lig en cia ... tiene capacidad pa­ ra alcanzar la realidad inteligib le con verdadera certeza, aunque a consecuencia del pecado original está parcialmente oscurecida y debi­ litada» (G S , 15 ). Pero advierte también la fa lta, la indigencia que pa­ decemos de aquella ciencia humana que armoniza y da cohesión a todas las demás, y que por ello perfecciona a la persona hum ana : «la sabiduría, que atrae con suavidad a la mente del hombre a la búsque­ da y amor de la verdad y del bien, y por la c u a l... se alza a través de io visib le hacia lo in v is ib le ... Nuestra época, más que ninguna otra, — afirma el Concilio— , tiene necesidad de esta sabiduría Dará huma­ n izar todos los nuevos descubrimientos de la humanidad» (G S , 15 ). Evidentemente, denuncia el Concilio la incapacidad de la «filo­ sofía primera» o «metafísica» de nuestra época, que es la que debie­ ra ser la verdadera «sabiduría» de nuestra cultura, como d iría A r is ­ tóteles ( V . Met. lib . I I I , cap. 2 , 996 b 10 ss), y que de hecho resulta incapaz de ejercer su cometido por ahora. S in embargo, no lo hace nom inalmente, aunque afirma luego que «el hombre, entregado a los diferentes estudios de la filosofía (y las demás ciencias y artes) ...p u e ­ de contribuir sumamente a que la fam ilia h um an a ... sea ilum inada mejor por la maravillosa Sabiduría que desde siempre estaba con Dios, disponiendo tedas las cosas con E l . . . » (G S , 57 ). Con ello el espíritu humano se liberaría algo más de «la esclavitud de las cosas» y se ele

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz