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RICARDO MARIMON 275 glos han trabajado inteligencias selectísimas, flor de la sabiduría, sus- citadas por la Providencia de D ios. Y esta filosofía, dotada de per­ petua juventud , también hoy florece robusta, siempre abierta al in ­ cremento de las demás ciencias, tanto si se trata de la investigación más profunda de los problemas físicos, como de un mayor rigor en los problemas históricos, o de una mayor exactitud en el método crítico» ( A A S , 1950 , p . 734 ). Ciertamente que las aportaciones de la física, de la h is­ toria y del métodc crítico literario deben mejorar el corpus de la filosofía perenne, que no debe contentarse en reproducir citas an­ ticuadas que la historia ha demostrado que no corresponden, o doc­ trinas físicas superadas sin haber asimilado e incorporado las ya de­ mostradas científicamente, o hasta críticas y juicios que quizá no se ajustan enteramente a la realidad. Aunque esto último será cierta­ mente lo que menos haya que modificar, si se trata de Santo Tom ás, por la exquisita prudencia y profundidad con que los profería. E n pocas palabras, se trata de una renovación y puesta al día del tom is­ mo y de la filosofía perenne en general, como haría el mismo Santo Tom ás, si v ivie ra hoy ( V . A A S , 1950 , p. 7 34 ). E l mismo Pío X I I ha sido un extraordinario ejemplo de esfuerzo personal por integrar en el pensamiento cristiano los conocimientos y hallazgos de las ciencias contemporáneas. Véanse, por ejemplo, los discursos a la Pontificia Academ ia de Ciencias de los años 1941 , 1943 ( A A S , 1941 , p. 504 s . ; A A S , 1943 , p. 69 s.) y , posteriormen­ te a la « Humani Generis », los discursos nuevamente a la Pontificia Academ ia de Ciencias (A A S , 1952 , p. 31 s.), a la Academ ia Romana de Santo Tom ás de Aqu ino ( A A S , 1955 , p. 683 s.), al Congreso In ­ ternacional de Microbiología (A A S , 1953 , p. 666 ), etc. etc. E n la formación eclesiástica, Pío X I I tenía por principio que los mayores esfuerzos se debían dedicar a Santo Tom ás, aunque se de­ bía también conocer la filosofía y las ciencias contemporáneas. Pero el peso de la formación de los jóvenes debía de estar en la filosofía trad iciona l: Aunque se precisa el conocimiento de muchas d iscip li­ n a s ..., sin embargo el mayor esfuerzo hay que ponerlo en la enseñan­ za de la filosofía y teología con el método del Doctor Angélico (C IC , can. 1366 par. 2 ), unidas a un conocimiento de las necesidades y errores de nuestro tiempo (A A S , 1950 , p. 687 ). Y en una carta de la Sagra­ da Congregación de Sem inarios y Universidades se formula la norma «dictada por la sabiduría de los siglos y por la experiencia cotidia

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