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LUIS BUSQUETS I GRABULOSA 2 2 3 la T rin id a d que la explicación que daba Mons. Morcillo en el Sínodo Extrao rd ina rio de Ob ispos: « L a comunión — decía— es un consor­ cio de la naturaleza d iv in a , una inserción y participación de la natu­ raleza d iv in a , es decir, de la vida del Padre, de Cristo y del E sp íritu Santo. Comunión con Cnsto como en la carta de san Pablo a los co­ rintios : ’F ie l es Dios por quien habéis sido llamados a la unión con su h ijo , Jesucristo, nuestro Señor’ ( i Co r 1 , 9 ). Cristo es la V id , nos­ otros los sarmientos qu tenemos que permanecer en Cristo para que demes mucho fruto (cf. Jn 15 , 5 - 6 ). Comunión con el Padre, que siendo la l u z ..., ’si caminamos en la luz, como E l está en la lu z , es­ tamos en comunión unos con otros’ (1 Jn 1.5-7). Comunión con el Espíritu Santo que es ’el E sp íritu de verdad y permanece en nosotros y está en nosotros’ (cf. Jn 14 , 17 ), y ’el que no tiene el Esp íritu de Cristo éste tal no le pertenece’ (Rom 8 , 9 ). Esta comunión, pues, con el Padre, con Jesucristo su hijo y con el E sp íritu Santo, es fuente de nuestra comunión de fe, esperanza y c a r id a d ...» 15. Doble comunión, pues, de todos los bautizados, pastores y fie­ les, en una verdadera igualdad 16 proveniente de la comunicación de los dones de la g racia; comunión concretizada en la realidad visible de la Iglesia, pero realizada graciosamente desde arriba, desde el in ­ sospechable misterio amoroso de D ios. Comunión que ha de crecer hasta abrazar a todos los hombres, porque a todos va dirigida la sal­ vación de D ios. E s por ello por lo que esa comunidad de creyentes, partícipe que es de la única y universal misión de C risto , no puede sino continuarla permanentemente en la tierra, hasta el fin de los tiempos. 3 . La « communio fidelium » y su dinámica. Sometido ese cuerpo vivien te en comunión a la acción del E sp í­ ritu d ivino , no puede ciertamente permanecar estático; dinamizado por el E sp íritu de C risto , se difunde y expande, como E l mismo, Pa­ labra que es de D ios, dirig ida a todos los hombres. Hemos de consi­ 15. Intervino con esas palabras en la 2.“ sesión plenaria (14 octubre 1969). C f. C aprile G., Il Sinodo dei V escovi 1969, ed. La Civiltà Cattolica, Roma, 1970, pp. 95-6; también A nton A., P rimado y ..„ o.c., p. 36, nota 8. 16. LG IV, 32. Cf H amel E., A equalitas fu nd am en ta lis omnium ch ris- tifid elium in E cclesia secundum Con cilium Vaticanum II, “Periodica” 56 (1967) 247-266.

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