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LUIS BUSQUETS I GRABULOSA 235 un día se separaron de ella. Si de verdad el Evangelio rige la vida de unos y otros, la Palabra de Dios se hace punto de encuentro y, a la fuerza, en torno a la Palabra habrán de encontrarse entre sí. La ta­ rea de los fieles en comunión en ese campo del ecumenismo — ecu- menismo volcado, en definitiva, sobre el hombre 52— es inmensa. No se trata ya de ofrecer las manos para un abrazo fraterno; se trata de revolucionar pacíficamente desde abajo las instituciones y la praxis misma oficial de la Iglesia M, de hacer consciente vitalmente la mis­ ma obra de Cristo que nos une y no aquellas pequeñeces que nos se­ paran, de transformar poco a poco las estructuras, de tal modo que un día sea más fácil el encuentro, cuando la unidad cristiana asuma totalmente el papel de mediadora de la unidad del mundo y el ecu­ menismo haya llegado a su ideal: desaparecer. C) La comunión de los fieles al servicio de todos los hombres. Decíamos poco ha — no deja de ser algo sintomático— que el interés común de las Iglesias convergía hoy por hoy sobre el hombre, de tal manera que más que de ecumenismo hay quien habla ya de ecumenicidad, en sentido de integridad, universalidad Sin preten­ der adentrarnos en la vasta problemática del así llamado cristianismo anónimo, digamos tan sólo que el Concilio reconoce explícitamente que se dan verdaderos cristianos fuera de la Iglesia, de la misma ma­ nera que dentro de ella se dan cristianos sólo ’en cuerpo’ y no ’en co­ razón’ (LG 14). Esos hombres que dentro y fuera de la Iglesia poseen esa rectitud moral básica que irreflejamente los realiza ante Dios, ¿no son la verdadera comunidad de elegidos en Cristo? ¿No son ellos los verdaderos defensores de la Iglesia de Cristo, la verdadera res de este sa cr am e n tu m que es la Iglesia? Si la Iglesia se encuentra a sí misma 52. A sí, e n el ú ltim o e n c u e n tr o d e U p sa la (1968). B a zoch e P., cre e qu e la c o n v e r g e n c ia h a c ia e l hum anum qu e c a r a c te r iz ó el C. E. d e la s Ig le s ia s p e rm itirá a l e cu m e n ism o a v a n z a r a p a s o s a g ig a n ta d o s , c f. Up- s a le : Quelles “ c h o ses n ou v elles ” ?, I r e n ik o n ” 41 (1968) 368-393. A y u d a rá a d a rse c u e n ta de e sto q u e d e c im o s M o e lle r Ch ., A la v eille de l’A ssem blée d’ Upsale, ibid, 164-224 y L a n n e E., La qu a trièm e A ssem blée du Conseil O ecum én iqu e à U psale : 4 -1 9 ju ille t ’ 68 , ib id ., 368-393, 53. M e tz J. B., ¿N ecesita la Iglesia una n u ev a refo rm a ? “ C o n ciliu m ” 6 (1970) 79-90. 54. T h ils G ., D el ecum en ism o a la ecum en icidad , "C o n c iliu m ” 6 ( 1970) 133-141.

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