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G. DE SOTIELLO 165 partes de la misma (Ibid). Ockham, conciliador esta vez, intenta dar unsentido aceptable alas opiniones deSto. Tomás ydeEscoto, e incluso a la de Grossetesta, que pone a Cristo como sujeto de la teología (1,271-272). La teología ¿es especulativa o es práctica? Ockhamrecoge las diversas posturas de los predecesores, desde la del Gandavense, que afirmaquees “simpliciter speculativa” (1,325), hasta ladeP. Aureo­ lo, parael quees “simpliciter práctica” (1,333). En última instancia tambiénEsco¿olaconsidera“purépractica” (1,334). Nuestro autor, en conformidad con lo que anteriormente había sostenido, asaber, que existen diversos sujetos enla teología, man­ tiene aquí que no es una ciencia única, sino que contiene muchos conocimientos realmente distintos, de los cuales unos son prácti­ cos yotros especulativos (1,337). Presenta como ejemplo de las pri­ meras: Dios crea el mundo, es uno y trino, etc; y como verdades prácticas: Dios debe ser amado con todo el corazón, es precisoorar siempre, hay que santificar el sábado. Y concluye: “Digo, pues, que alguna parte de la teología es práctica, por relacionarse con nues­ troobrar, tomandoestaexpresiónpor todoaquelloqueestáennues­ tro poder...; y alguna parte es especulativa, por no tratar de tales obras” (1,338). Y conesto da fin al comentario al Prólogo del libro dePedroLombardo. EnlaprimeraDistinciónde las Sentencias se trata, comoes sa­ bido, del usode las creaturas y la fruicióndeDios, tomando como punto departida la distinción agustiniana, enriquecida y ahondada por los doctores medievales. De todo este comentario sólo me in­ teresa recoger la doctrina de la cuestión cuarta: si la voluntad go­ zacontingente ylibremente del finúltimo. Es interesantenotar que el autor comienza exponiendo la doctrina de Escoto, según el cual la voluntad no goza necesariamente del fin último mostrado uni­ versalmente. Ockhamesta vez admite las conclusiones del doctor Sutil, aunque le parezca que las razones aducidas no prueban “su­ ficientemente” (1,490). Las conclusiones a que llega G. de O. son las siguientes: a) La voluntadgoza en forma contingente y libre... del finúlti­ mo mostrado universalmente, porque puede amar la beatitud y no amarla, desearlaparasí ynodesearla (1,503). b) Alguno puede no querer la beatitud enparticular, aun cuan­ dose juzgue posible, demanera que puede “nolle habere beatitudi- nem”.

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