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156 SAN FRANCISCO, LA IGLESIA Y EL S. XXI culares, lohandado todoporamor aCristo, renunciandoal mundo. Los llaman Hermanos menores ’’5. Mas comoeste ejemplopodía ser contagioso, Romano tardó en tratar de silenciar, odesterrar al desierto, al “segundoCristo”, pues estropeabael negocio, comoJesúsalos fariseos, oPabloalos plate­ ros efesios del templodeDiana. Sin embargo, Francisco semostraba en todo obediente al Papa ya la Iglesia. Hastaquépunto tomaba enserio el consejo cristiano delapobrezaloinsinúael dichotransmitidoporunodesusdiscípu­ los: “Cuando lo reclame lanecesidad, debéis estar prontos adespo­ jar de sus adornos el altar de laVirgenantes que faltar enlomás mínimo a nuestra amada pobreza y al seguimiento del evangelio” (Buenaventura I. 7). El heraldo de la pobreza Si la Iglesia hubiera asumido verticalmente esa revaloración cristiana de la pobreza, humildemente vindicadapor suapóstol de Asís, hubiera sidomuy difícil, probablemente imposible, que desem­ bocaraenodios, persecuciones y la revoluciónunahumanidadguia­ dapor ella. ¿Qué podría achacarse, oaspirar amejorar enuna so­ ciedadreligiosaqueexigieraasus representantes oficiales el desape­ go al dinero, a las riquezas, prelacias, fausto y ostentación? Cuan­ toposeemos sinnecesitarlo, enseñaba el diácono deAsís alos pom­ posos dueños de Roma, nos fue prestado hasta que encontráramos aotrosmáspobres, enquienesmitigar lanecesidadyejercer obliga­ toriamentelamisericordia. Porqueel necesitado, el enfermooelopri­ mido sonnuestros hermanos enCristo. Pero esas enseñanzas perte­ necenal númerodelasquesuelendejarentreparéntesis los tratados doctorales, los catecismos, congresos, sínodos y concilios, o las con­ siderana lo sumo comoutopía sólo dignas de atención cuando las masas de los menesterosos, cansadas de esperar y de vanas teorías, amenazanconsu Hannibal ad portas. Ninguna actitudpuede reconvertir alos inducidos ala rebeldía, violencia y desesperación por los revolucionarios profesionales, co­ mo la preconizadapor el “santo comunista”, deuna verdadera fra­ ternidadentre los hombres. Noel aplastamientopor la fuerza, ni la 5. H . B 0 7 h m e r , A n a l e k t e n z u r G e s c h i c h t e d e s F r a n z i s k u s v o n A s s i s i . T ü b in g e n 19 0 4 , p . 98 ss.

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