PS_NyG_1972v019n001p0003_0082

ALEJANDRO DE VILLALMONTE 7 9 cié d on d e le surgieron las d ificu ltades a la teoría tra d icion a l: D e l sa­ ber hum ano y de la m ejor in teligen cia de la doctrina misma de la fe. A .- R ecordem os las largas discusiones, hum anam en te inevitables, entre los cu ltivadores de las ciencias naturales y los teólog os en torn o al tema de los orígenes del h om b re. U ltim am en te las discusiones se cen traban en torn o al problem a del m on og en ism o o p oligen ism o res­ pecto al origen de la especie hum ana. La teoría tradicional p resupo­ nía siempre el m on og en ism o en cuan to al origen del gén ero hum ano. Estos ú ltim os años se han h ech o in ten tos de man tener la teoría d e la justicia original, d e alguna manera, tam bién en perspectiva poligen is- ta. Pero los in ten tos n o pueden m enos de considerarse fracasados, pues en esta perspectiva se aumen tan todas las dificu ltades de la teoría tra­ d iciona l. Esta cae del to d o , al n o ser ya segura cien tíficam en te la tesis m on ogen ista . Es fácil ver qu e en nuestra exp lica ción nos desen tendem os to ­ talm en te del p roblem a cien tífico del m on o g en ism o o poligen ism o res­ pecto al origen de la especie hum ana. La declaram os tema de discusión libre, más aún, en el fo n d o carente d e especial im portan cia para el teó ­ lo g o c om o tal. La probab ilidad m ay or o m en or de una teoría u otra para exp licar el origen del h om b re se deja a la responsabilidad e x clu ­ siva de los cien tíficos. El ún ico reparo qu e el M agisterio de la Iglesia p o ­ nía a la acep tación del poligen ism o cien tífico era el de qu e no aparecía cóm o se con ciliaba esta teoría con el d o gm a del pecado original. A c ­ tualm ente son cada d ía más los teólog os qu e n o v en en au é pueda oponerse el p o lig en ism o a la d octrina d e l pecado origina l, en lo qu e tiene de d ogm á tica . N o so tro s pensamos qu e la a cep tación del p o lig e ­ n ism o con tribu y e a elim inar de la teolog ía la figura de A d á n , tan to en su privilegiada vida paradisíaca, c om o en su priv ileg iado pecado originante. Pero ya h em os d ich o qu e con ello nada perjudicam os la recta in teligen cia del d o gm a d el pecado original. C on nuestra e xp lica ción n os v em o s del to d o desembarazados de cualqu ier d iscusión con la ciencia hum ana acerca del origen del h om ­ bre. D esde hace más de un siglo las discusiones han sido largas, fa ti­ g o sa s; n o siempre h icieron los teó log o s en ellas buena figura. Si ahora log ram os descubrir un cam in o aceptable para lib ram o s de ellas deberíam os darnos por satisfechos. B .- D en tro ya del recinto de la teología, nuestra teoría perm ite

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz