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ALEJANDRO DE VILLALMONTE 77 n o pod ía com eterlo A d á n si an teriorm en te n o hubiese estado en una situación sobrenatural privilegiada, cual es el estado de santidad y jus- ticia origina l. La posesión previa y en form a excelen te, d e la gracia santificante y don es preternaturales serviría para capacitar a A d á n , si vale la expresión y pudiese asumir responsabilidad tan en orm e, para hacer de a lgún m o d o com p ren sib le el qu e el padre de la raza humana pudiera com eter un p ecado en representación de toda la h um a n id a d ; osten tando una misteriosa pero cierta capitalidad moral , espiritual (ade- más de física) sobre toda la hum an idad . Parece claro qu e la elim inación del estado de santidad y justicia en A d á n d irectam en te n o afecta la existencia o n o existencia del pe­ cado original, en cuan to hecho dogmático. Pero la elim ina ción de tal estado lleva con sig o, casi in ev itab lem en te, la elim in a ción de la figura teológ ica d e A.dán en tod os sus aspectos. A l m en os así lo pensamos nosotros. Por tan to, en nuestra e xp lica ción llevaría connaturalm en te a la negación del origen adánico d el pecado o r ig in a l; es decir, a la n egación d e lo qu e, en la term in olog ía corrien te de los teólog os, se llama p ecado original originante: el p ecado personal d e A d á n en cuan to causante de la ruina espiritual en qu e nace tod o el gén ero hum an o. Esta elim ina ción del pecado originante, (del o rig en adánico del pecado original) parece n os llevaría a un con flicto d irecto y hasta in ­ superable, con los tex tos del T r id e n tin o y , más al fo n d o , con Rm 5 , 1 2 - 2 1 , qu e el T r id e n tin o aduce a su fa v o r en form a solem ne y m u y segura. N o so tro s v em o s el prob lem a d e otra manera y n os parece posible otra solu ción . Es preciso d istingu ir en Pab lo y en el T r id e n tin o la en ­ señanza taxativa sobre el hecho dogmático del pecado orig ina l y la cuestión del origen d e tal situación pecadora de la hum an idad . Pablo y T r e n to afirman con claridad el h ech o d o gm á tico d e qu e tod o s los hom bres llegan a la existencia en muerte espiritual, absolu tam ente carentes y necesitados d e la gracia de C risto. Pab lo, en fo rm a más bien im p lícita ; T r e n to , de fo rm a clara y exp lícita . R especto d e Pablo en Rm 5 , 1 2 - 2 1 , n o h a y seguridad d e qu e quisiese n i siquiera «d e c ir » , cuan to m en os « enseñar » com o pertenecien te a la fe , qu e A d á n es el causante d e la situación pecam inosa d e la hum an idad . E l p ecado e n ­ tra en el m u n d o ya desde A d á n , pero n o consta qu e sea él el qu e cau ­ se la situación pecam inosa de los descendien tes. Por lo qu e respecta

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