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ALEJANDRO DE VILLALMONTE 75 D ios n o hace a los seres p e rfe cto s ; los pon e en la existencia con posi­ bilidades — ilim itadas, por lo qu e respecta al h om b re— para un per­ fe ccionam ien to siem pre m ayor. La eleva ción al p lano sobrenatural n o im p lica un cam b io en la estructura básica, en la con stitu ción ón tica esencial al h om b re , ni le im p on e m ódu los d e desarrollo radicalm en te nuevos. C onsiste más bien en la actualización al m á x im o , realizada por D io s m ism o, d e las más h ondas posibilidades de desarrollo latentes en el ser h u m a n o ; prim a­ riamente en d irección a D io s, pero tam bién en las otras vertientes de su ser. Por eso es com p ren sib le qu e tam bién en el plan o sobrenatural D io s haga al h om b re sujeto al proceso d e perfeccionam ien to siempre m a y o r ; pero no necesariamente ya p erfecto desde el com ien z o d e la existencia. Le llama a la m adu rez, incluso a la suma perfección posi­ b le en este n u e v o o r d e n ; pero esta madurez ha d e ser lograda al «m o ­ d o h um a n o » , es decir, con su jeción a un proceso len to d e ev o lu ción y de progreso h istórico subord in ado al tiem p o y al espacio. Este p ro­ greso en el plano sobrenatural, en sus líneas generales, se a com oda y acompasa a la marcha d el perfeccionam ien to natural d e la hum an idad , a las diversas etapas de su desarrollo. La historia de salvación avanza, en sus grandes rasgos, al com pás con qu e marcha la hum an idad hacia su desarrollo in tegral. O al m en os D io s n o deja d el to d o de a com oda r­ se a esta c on d ición hum ana e v o lu tiva , histórica. T o d o h om b re está llamado a su ú ltim a perfección sobrenatural, a la V id a eterna al lado d e D io s, pero ha de pasar por un proceso de inm adu rez, de desarrollo tam b ién en este p la n o ; tan to en el ám b ito de la v id a in d iv idua l, c om o en lo qu e se refiere a la v id a de la c om u n i­ dad hum ana en general. En este estado de inm adu rez — aqu í radical— llegan a la existencia los h om bres d e la hum an idad originaria y tod os los h om b res de tod os los tiem pos, pues en realidad todos pasan, en la in fan cia, por un p eríod o de inm adu rez en su v ida natural y en su v id a sobrenatural. P or otra parte, tam bién la v ida so­ brenatural d el h om b re sufre las consecuencias — favorab les y desfa ­ vorables— propias de su c on d ición d e ser social. P or eso resulta in ­ evitab le al h om b re h istórico el qu e tenga qu e depend er de sus sem e­ jantes, d e su acción desfavorab le o de su colabora ción , tam bién en su marcha hacia la con secu ción del fin sobrenatural. C uan d o Jesucristo establece la Iglesia com o sacramen to universal de salvación , sigue la

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