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74 ADAN NUNCA FUE INOCENTE tentarnos con las afirmaciones m u y verdaderas, pero generales, antes m en cion a d a s: orden a ción de todos al fin sobrenatural y volun tad salvífica de D io s sobre e llo s ; pero ign o ran d o expresa y con scien te m en te el m o d o con creto com o D ios les ayuda para con segu ir el fin . O tra verdad tenem os tam bién por segura en esta c u e s tió n : Qu e nadie va a la cond ena ción eterna, a la pérdida de D io s c om o fin sob rena tu ral, si n o es por cu lpa grave personal. Pues bien , la situación teológ ica de la hum an idad originaria es d el to d o sim ilar. Ella fu e una hum an idad inmadura en su desarrollo m en tal, cultural, re lig io s o -m o ra l; y tam bién sobrenatural, pues nada sabemos de la econ om ía de la salvación en la qu e pudieran estar in tegrados. C on ello el p roblem a de la v olun tad salvífica de D io s res pecto a los seres hum anos inm aduros n o se com p lica , al m en os en fo r ma cualitativa y con dificu ltades imprevistas. La g randeza del p rob le ma aumenta solam ente en form a cuan titativa, en cuan to qu e hay m a y o r núm ero de hom bres qu e, por lo qu e sabemos, están en parecida s itu a c ión : los pertenecientes a la hum an idad prim ordia l, equ iparados por nosotros a la hum an idad in fan til en tod os los aspectos qu e in te resan más al t e ó lo g o : en el desarrollo de la personalidad, de la in teli gen cia y libertad, en el desarrollo social y cu ltu ra l; ba jo tantos as pectos hay qu e equipararlos a los n iñ os qu e n o son capaces todavía de actos hum anos plenos, por ejem p lo , d e pecado m ortal. P od em os acercarnos un p o co , si n o a descifrar, sí a ver la razón d e ser de esta m isteriosa con du cta d e D io s. D io s crea al h om b re d e n tro de un proceso e v o lu tiv o y el m ism o h om b re está sujeto, en todas las vertientes d e su ser, a un proceso de e v o lu c ió n : en su parte m a terial, espiritual y en la acción de con ju n to . Por otra parte el h om b re es por naturaleza un ser social. N ecesita de la sociedad , de la ayuda d e sus semejantes, más qu e cualqu ier o tro ser, tan to para la superv i ven cia y desarrollo físico, c om o para el desarrollo m en tal, social, cu l tural en el sen tido más com p reh en siv o de la palabra. S in du da e x is te una ley inm anen te a la naturaleza, en virtud d e la cual el h om b re está llamado a llegar a la madurez en tod os los aspectos de su v id a y a tod os los n iveles. S in em ba rg o, n o pod em os hablar d e a lgo m iste rioso o anormal, cu ando v em o s qu e el h om b re v ien e a la existencia fa lto de esa madurez en to d o el ám b ito d e su ser y d e su d inam ism o. Incluso m u ch os in d iv id u o s de nuestra especie n o llegan, qu e sepamos, a n in guna madurez ni física n i mental ni social ni cultural. Y es que
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