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ALEJANDRO DE VILLALMONTE 55 las discusiones con los pelagianos y d e la in terven ción de San A gu s- tín, la teoría se p e rfeccion ó 75, y llegó a adqu irir la seguridad d o c tri nal qu e ya m en cionam os al p rin cip io de nuestro estudio. Los decretos del con cilio de Cartago dan nueva autoridad a esta enseñanza 76. La enseñanza de la tradición p od em o s verla sintetizada y llegada a su máxim a expresión au toritativa en los decretos del con cilio d e T r en to . A q u í encuen tra la d ificu ltad más seria cualqu ier in ten to de despojar a la hum an idad originaria de la santidad y justicia en qu e D ios les habría con stitu id o. Es indispensable reflexionar sobre el alcance que tiene este d o cum en to solem ne d el M agisterio. U na lectura ob v ia del te x to triden tin o da la im presión d e que se trata d e una enseñanza clara y solem ne del estado origina l en que se en con tró A d á n antes del p e c a d o : «S i alguno n o confiesa qu e el prim er h om b re, A d á n , al transgredir el m andam ien to de D ios en el paraíso, perd ió inm ed iatam en te la santidad y justicia en qu e había sido con stitu id o, e in cu rrió por la ofensa de esta prevaricación en la ira y la in d ign a ción de D io s y , por tan to, en la muerte con qu e D ios antes le había am enazado, y con la muerte en el cau tiverio ba jo el poder de aquel qu e tiene el im p erio d e la muerte (H e b 2 , 14 ), es d e cir, del d iab lo, y qu e toda la persona de A d á n fu e mudada en peor, szgún el cuerpo y el alma, sea anatem a» Es sabido c óm o la trad ición teológ ica posterior ha v en id o in ter pretando estas palabras en to d o su rigor, hasta hacer d e la doctrina sobre el estado origina l una verdad pertenecien te a la fe , una verdad de fe d efin ida , un d ogm a . Sin em ba rg o, un análisis crítico más m inu cioso ha perm itido ver num erosos m o tiv o s para relativizar la a firm ación . Se podrían señalar una serie de con d icion am ien to s h istóricos en los decretos del T r id e n - 75. A. SLOMKOWSKI, L’état prim itif de l’homme dans la tradition de l’Eglise' avant s. Augustin , Paris 1928. M. MICHEL, “ Justice origínele” , DTC. 8 (1925) 2020-2024. Para san Agustín ver J. GROSS Entstehungs gesch ich te des Erbsündendogmas, I, pp. 295 300. H. RONDET, Le peché originel dans la tradition patristique et théologique, Paris 1967. 73. Los cánones del conc. Cartaginense pueden verse en DS. 222-223. Para la historia de estos cánones J. GROSS, ob. cit, I, pp. 275-294. HEFE- LE-LECLERK, Histoire des Conciles, II, 168-216. 77. DS. 1511. Para la historia e interpretación de estos textos V. VANNESTE, La prehistoire du decret du Trente sur le péché originel, en “Nouv. Rev. Theol.” , 86 (1964) 355-368; 440-510. Id., Le decret du concile du Trente sur le p éch é originel, loc cit. 87 (1965) 688-726.
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