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52 ADAN NUNCA FUE INOCENTE Si ahora recorremos cada un o d e los elem en tos qu e in tegran el es­ tado de justicia original, en su presentación clásica, vem os qu e n o hay seguridad de qu e a lgun o de ellos se en cuen tre afirm ado esp ecíficam en ­ te en G en 2 - 3 . N o hay base para hablar de un A d á n lleno de ciencia e inm un e de tensiones entre las apetencias o apetitos in stin tivos y las normas d e la razón. Más im portan cia ha ten id o en la trad ición d o ctr i­ nal de la Iglesia el d on de inm ortalidad, el considerar a A d á n libre de la necesidad de someterse a la muerte física. S in em ba rg o, n o se puede afirmar qu e la muerte física sea realm ente consecuencia d el prim er pe­ cad o o de cualqu ier pecado del h om b re. La muerte es con d ición natu ­ ral 69. L o qu e sucede es qu e el pecado — y con más in tensidad el peca­ d o personal au e el origina l— cam bia a la muerte física de sen tido y fun cion a lidad , h a cien d o de ella un m orir ante D io s y para D io s ; es decir, qu e la muerte física es sign o y com o sacram ento de la muerte teológ ica , del m orir ante D io s, de la separación de D io s. Y en ton ces sí qu e es verdad qu e la muerte entra en el m u n d o con el pecado, y pu e ­ d en am bos h echos ser m en cionad os c om o inseparables, com o lo hace San P ab lo (R om 5 , 1 2 - 2 1 , par.). Descartados los don es preternaturales ¿ p o d r ía al m en os asegurar­ se la posesión d e la gracia santificante p o r parte de la hum an id ad o ri­ gina ria ? Pensamos qu e n o hay en G en 2 - 3 base para hacer esta afir­ m ación . Los t? ó !o g cs que con ced en a A d á n la posesión efe ctiva , fo r ­ mal, de la gracia santificante n o recurren a G en 2 - 3 para dem ostrar­ lo 70. La sustancia de la fe en el relato d e G en . 2 - 3 , por lo qu e respec­ ta a nuestro tema, se reduce a e s t o : D io s llama al h om b re a su am is­ tad desde el p rin cip io (y por tan to a tod os los hom b res), y en orden a su con sum ación escatológica en el paraíso de D io s. T o d o s los hom bres están de alguna manera in corporados a la historia sagrada d e Israel. El m o d o con creto c óm o lo está la hum an idad originaria n o se d ice. En 69. Para todo el problema de las relaciones entre el pecado y la muerte puede verse J.L. RUIZ DE LA PEÑA, El hombre y su muerte. An ­ tropología teológica actual, Burgos 1971, espec. pp. 13-19 y 351-363, con abundante bibliografía. 70. “ Ni el antiguo ni el nuevo Testamento dicen nada explícito acer­ ca de la situación privilegiada del hombre acerca del pecado” ... ni el primero ni el segundo relato de la creación... nos dice cómo creó Dios al hombre ... “ ni el Génesis ni san Pablo hablan de una condición previa privilegiada y maravillosa del hombre antes del pecado” C. BAUMGART- NER, El pecado original, p. 73-74.

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