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ALEJANDRO DE VILLALMONTE 7 de las adherencias culturales propias de la época y por ello caducas, en sustancia todavía demostraría la amistad sobrenatural de Adán con Dios (y por ello la posesión de la gracia), la inmunidad de la necesidad de morir o don de inmortalidad física; y también el don de integri­ dad, aunque con menos claridad \ No íesultaba tan fácil aducir textos concretos del N.T. para con­ firmar la teoría. Se recurría a un argumento de índole general, pero que les resultaba más demostrativo que uno u otro texto aislado: Cris­ to trae a la humanidad la justicia y santidad; pero esta acción de Cris­ to se describe en el N.T. como restauración de un estado ya anterior­ mente poseído; hay que concluir, pues, que la humanidad poseyó al­ guna vez la santidad y justicia 6. El don de inmortalidad estaría supues­ to por Pablo en Rom 5 , 12 ; 1 Cor, 21-22 7. De los otros dones habría menos o ningún vestigio en el N .T . 8 La Tradición patrística, al menos desde la controversia pelagia- na, parece unánime en el sentido de la teoría expuesta. «Los Padres afirman mas explícitamente aún la inmortalidad y el don de integri­ dad» 9. Los teólogos medievales, postridentinos y modernos, se entre­ tuvieron en incontables «quaestiones disputatae» en torno al estado de inocencia; pero las afirmaciones fundamentales indicadas perma­ necieron libres de dudas serias 10. Resulta de interés fijarse en la calificación teológica, en el grado de certeza que los teólogos del decenio pasado daban a esta doctrina tradicional. M. Fhck y Z. Alszeghy, en la obra citada, proponen: «Es 5. iM. P L IC K Y Z. A LSZ EGH Y , ob. cit., 351-352-355. L. L E R C H E R Y J. F. SAGÜ ES no alucien a Gen 2-3. L. AR IAS dice que no hay allí argumen­ to demostrativo. 6 . M. F L I C K Y Z. A LS Z EGH Y , ob. cit., pp. 355-6. L a misma argu­ mentación se repite casi invariable en los otros autores citados. 7. M. F L I C K Y Z. A LSZ EGH Y , ob. cit. pp. 356-7. Parademostrar la existencia del den deinmortalidad todos los autores citadosseapoyan,so­ bre todo, en Gén 2-3. También hacen referencia a Rm 5, 12-21. 8 . M. F L I C K Y Z. A LSZ EGH Y , ob. cit. pp. 356-357. 9. M. F L I C K Y Z. A LSZ EGH Y , ob. cit. pp. 357-58. _. t Í0. Como la. enseñanza sobre el estado de justicia original ha crecido eri función del dogma del pecado original, para el estudio histórico de aquella doctrina puede consultarse la obra de J. GROSS, En tstehungsge­ schichte des Erbsündendogmas, Bd. 1-3, München 1960-1971. Todavía es útil eí art. de A. M ICH E L “justice originelle”, en DTC. 8 (1925) 2020-2042. También E. COTH EN ET , “ paradis", DBS. 6 (1960) 1177-1220. AI hacer la historia rdel pecado Original es inevitable hablar también de la s'teo rías refereütés á !Ia justicia original. ' ' ” ' -

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