PS_NyG_1972v019n001p0003_0082

ALEJANDRO DE VILLALMONTE 4 9 bem os responder cum p lidam en te a estas preguntas. En la m ed ida en que la respuesta sea favorab le a nuestra exp osición , ésta será, al m ism o tiem p o, una crítica a las bases en qu e se v en ía a p oy an d o la doctrina tradicional. i . N u estra teoría n o va en con tra d e las a firm acion es ciertas d e la Biblia. La teoría tradicional sobre el estado d e justicia origina l creía en ­ con trar clara con firm a ción en la Sagrada Escritura y por ello propon ía sus afirmaciones básicas com o enseñanzas p e rten ecien tes a la fe . En los ú ltim os d ecen ios una exégesis b íb lica cada v ez más crítica ha id o d esp o jan d o a la teoría tradicional de sus fun d am en to s b íb licos. Pensa­ m os qu e, en este aspecto, la crítica de qu e ha sido ob je to la teoría tra­ d iciona l es segura e irreversible, en lo fundam en ta l. V am o s a resumir las afirmaciones d e la m ejor exégesis, qu e nos perm itirá ver cóm o nuestra teoría en m o d o a lgun o se op on e a la enseñanza de la Biblia en lo qu e ésta p rop on e com o pertenecien te a la sustancia d e la fe . A . ¿E n señ a G én 2 - 3 q u e A d á n estu v o en estado d e justicia origina l? E l estado de justicia origina l se consideraba in tegrado por d o ­ b le e lem en to, según h em os e x p u e s to : La gracia santificante y los d o ­ nes preternaturales. Pero nun ca h u b o un iform idad a la hora d e argu ­ m en tar desde G én 2 - 3 a fa v o r de la posesión de estos don es por A d á n . La va loración qu e los teólog os d ogm á tico s hacían d e estos tex tos o s­ cilaba según el progreso de la exégesis cien tífica en la cuestión de los com ien zo s d e la historia de salvación . Varias veces h em os n o tad o cóm o la cuestión del estado d e justi­ cia origina l la tratan los teólog os siempre en fu n ción d e otra verdad más básica, el d o gm a d el pecado origina l. T am b ié n en G en 2 - 3 la a ten ción del escritor y redactor ú ltim o se fija, ante to d o , en el h e ch o del p ecad o de A d á n y sus con se cu en cia s; d e fo rm a qu e el m ism o es­ tado paradisíaco de amistad con D ios y de bienestar, en la m ed ida en qu e se suponga y afirm e, sólo tiene sen tido para ambientar o dar c o n ­ te x to al pecado, para resaltar el desorden p ro v o ca d o por el m ism o en las relaciones del h om b re con D io s. D a d a la riqueza d e con ten id o d e estos capítulos y la d ificu ltad de llegar a una in terpretación u n iform e d e los m ism os, subrayam os al­ 3

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz