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ADAN NUNCA FUE IN 03EN TE justificación. Estos dones eran calificados de sobrenaturales y preter- naturales en sentido estricto. 2 ) Mención especial y solemne mereció el den de la inmortalidad física, la inmunidad de la necesidad de morir, el «posse non morí», de San Agustín. 3 ) El llamado don de « integridad », la ausencia de oposición por parte de las tendencias espontáneas, especialmente sensitivas, a las libres opcic- nes de la voluntad» 3 Otros dones completaban el cuadro de un Adán perfecto en su ser sobrenatural en su ser natural y en su entorno vital: el don de ciencia infusa, con gran densidad de contenido y excepcionales posi­ bilidades de desarrollo; el don de la impasibilidad; el dominio perfec­ to sobre los seres de la naturaleza y una morada deliciosa en el jardín del Edén. El resultado total era el estado de inocencia, el estado para­ disíaco, estado de justicia original, en el cuál el hombre vivía feliz en íntima amistad con Dios, libre del sufrimiento y de la angustia de morir, en perfecto dominio sobre sí mismo y sobre los seres inferiores, sobre la naturaleza circundante *. Como es sabido, los teólogos mantenedores de la teoría tradicio­ nal concedían a Adán y Eva una historicidad tan cumplida como la que pudieron tener David y Bersabé, José y María. La posesión de los mencionados dones era entendida en sentido del todo realista; como cuando se dice que un niño recién bautizado está realmente en gracia santificante. Sin embargo, hay que considerar como una atenuación de dicha historicidad la afirmación de que el estado de justicia origi­ nal fue más bien de duración instantánea, imposible de computar en un tiempo útil para hacer historia. En este sentido, su historicidad fue imperfecta, ya que no dejó ni pudo dejar huellas perceptibles para ningún estudio empírico del hombre. Fue, sobre todo, una realidad y estado interior del hombre. Los fundamentos bíblicos de esta doctrina se buscaban, ante to­ do, en la narración de Gén. 2 - 3 . Aun despojada del ropaje literario, 3. M. F L I C K Y Z. A LSZ EGH Y , ob. cit., p. 341-342. C ita en p. 342. 4. L. L E R C H E R , ob. cit. pp. 360-387, estudia con minuciosidad los cinco dones de inmortalidad, impasibilidad, ciencia y dominio perfecto; perdidos les cuales por el pecado de Adán, queda el hombre herido con las cinco llagas de la concupiscencia, mortalidad, pasibilidad, ignorancia, servidumbre a la naturaleza. Un estudio sim ilar realizan J. F . SAGÜ ES y L. AR IAS en la ob. cit., rns. 727-802 y pp. 271-300, respectivamente.

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