PS_NyG_1972v019n001p0003_0082

36 ADAN NUNCA FUE INOCENTE ñas nuestra misma sangre, nuestro Hermano según la carne, indivi­ duo de nuestra raza adánica “5. Desde los primeros siglos la teología tuvo sumo interés en afirmar simultáneamente las dos cosas: que Jesús de Nazaret es consustancial con el Padre y consustancial con nosotros; a fin de que sea perfecto mediador entre Dios Padre y los hombres sus hermanos. Esta unidad teológica, que llamamos sobrenatural por razón del fin que le da origen, presupone y se apoya en la unidad natural del género humano. Esta, a su vez, puede ser contemplada a diversos ni­ veles. A nivel metafísico hablamos de la unidad del género humano en la medida en que demostramos que determinada especie de seres vivientes, tiene las propiedades que juzgamos constitutivas del ser hombre: ser persona, inteligente y libre; con todas las propiedades metafísicas que fundamentan y acompañan esta personalidad del hom­ bre. La unidad metafísica podría considerarse como la base radical, última, para poder hablar de la unidad histórica del género humano; es decir, para la consideración de la humanidad como una gran fami­ lia empeñada en único quehacer histórico multisecular, dentro de un común destino y según unas leyes históricas fundamentalmente idén- 56 ticas . Como base de cualquier otro tipo de unidad hay que señalar la unidad biológica de todos los individuos pertenecientes a la especie «hombre». La problemática que se suscite en torno a esta unidad bio­ lógica del género humano la han de proponer y resolver las ciencias empíricas dentro de su propio campo de trabajo '7. La teología no tie­ ne por qué detenerse a reflexionar sobre esta vertiente del problema; ya que no es tema directo de su estudio, ni puede aportar datos inme­ diatos y específicos para resolverlo. Lo que importa directamente al 55. T a l es la intención y valor teológico de las genealogías de Jesús onecidas por los evangelistas Mt 1, 1-25; Le 3, 23-38. C f Rom 1, 3 G á l 4-4. 56. E l triple nivel a que puede ser considerada la unidad del hombre puede dar origen a una triple perspectiva para estudiar al hombre como ser histórico, cfr. G. FESSARD , L’histoire et ses trois niveaux d’historicité en “Sciences Ecclésiastiques”, 1966, 329-357. 57. Para estudiar la armonización del poligenismo con la unidad bio­ lógica del género humano desde el punto de vista científico pueden con­ sultarse las obras citadas en nota 13. También es tema que interesa a los teólogos, cfr. los autores citados en nota 18. Además, C. BAUMGARTN ER , El pecado original, pp. 159-179. J. SA LGU ERO , Pecado original y polige­ nismo, Guadalajara 1970.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz